lunes, 3 de abril de 2023

Relato Realidades alternativas: 1 El Teatro Real.

Otra semana más vuelvo a llegar tarde al relato. Esta vez puedo decir que lo de mil quinientas palabras se me ha ido un poco de las manos. Un poco. También he tenido un fin de semana más ajetreado, ayer estuve visitando Plasencia y el valle del Jerte.

Pero ahora vamos a iniciar un nuevo ciclo que he llamado Realidades alternativas. He elegido una historia genérica, con un protagonista y un villano y voy a escribir el mismo relato en diferentes puntos históricos, lugares, utopías, ucronías, distopías… en general, todo lo que se me ocurra. Lo divertido va a ser ver cómo la ambientación va a moldear el relato y lo va a hacer único a pesar de tener el mismo esquema inicial. El esqueleto es que el perro del protagonista ha sido secuestrado por el villano y lo ha llevado a un lugar seguro, algo parecido a una fortaleza. El protagonista tendrá que rescatarlo.

Tanto el protagonista como el antagonista tienen un poder que los hace especiales, pero vais a tener que leer para saber cuáles son. Os dejo con el relato.




Realidades alternativas: 1 El Teatro Real.


El golpe en la cabeza que me había dado ese matón me hizo ver más estrellas de las que en realidad se veían desde el parque del retiro. Me habían tirado entre unos arbustos y me habían dejado allí por lo que no me habría visto nadie y el parque ya estaba cerrado.

eatro Real.

El malvado Carlos estaba muy enfadado con que investigara sus cuentas así que había enviado a los matones para secuestrar a mi perro, rufo, y chantajearme. No me iba a echar atrás, ya no eran los años veinte y los mafiosos me caían gordos. Pero en ese momento solo podía trazar un plan y esperar a que abrieran el parque, así que esperé.

Fui policía porque tengo algunas cualidades buenas, por ejemplo, soy ambidiestro, lo que me hace más flexible y se me dan mejor las tareas manuales. Por otro lado, se me da bien la cocina, y me gusta, pero sobre todo, tengo un don muy especial. Yo lo llamo las palmas protectoras. Cuando pongo las manos con la palma abierta por delante de mi cuerpo, pueden protegerme de cualquier cosa. No detienen la inercia del golpe, pero no me pueden hacer daño. Esto hizo que muchos compañeros del cuerpo se sintieran incómodos y al final acabara trabajando como detective privado por mi cuenta.

Eso tenía sus ventajas, ahora podía elegir los casos y todos los beneficios eran para mí, pero si hubiera tenido un compañero, no podían haberme pillado tan fácilmente el día anterior. Supongo que nada es perfecto.

Carlos había ganado mucha influencia con sus empresas, tenía tanto de logística, como de servicios externos. Se hacía pasar por un filántropo preocupado por la gente de Madrid, pero en realidad era un marchante de arte despiadado, y esto le había llevado también a financiar varias obras del Teatro Real por lo que podía entrar y salir a su antojo.

Podía sentir cómo estaba escondido en ese enorme edificio esperando que claudicara o me enfrentara a él y había tomado la decisión de rescatar a mi perro y sacar a la luz todos sus trapos sucios. No me iba a intimidar.

En cuanto abrieron el parque fui a mi casa a desayunar y aprovisionarme. Después de comer los restos de las lentejas del día anterior acompañadas de vino barato tomé mis dos pistolas. Un pequeño privilegio de haber sido policía. Tomé también un cuchillo de supervivencia. Carlos iba a estar bien protegido, tenía un grupo de seguridad privada que siempre iba con él.

Pero antes de ir, busqué planos del teatro real para ver por dónde iba a poder entrar y donde estarían las emboscadas más evidentes.

Me pasé el resto de la mañana durmiendo, apenas había dormido la noche anterior a causa del insomnio y no había llevado nada para dormir. Me tomé una pastilla de hierbas para relajarme.

Cuando llegué a la plaza de Ópera era la una y cuarto de la tarde y la plaza estaba llena de turistas y transeúntes. Apenas podía caminar con la multitud. Me dirigí a la entrada lateral del teatro y pagué por la última entrada con audioguía de la una y media, preferiría ir solo para poder escabullirme con más facilidad. Usé mi identificación falsa de cuando era policía para no levantar sospechas y simulé que me interesaba el edificio mientras me fijaba en la seguridad del lugar. En cada palco había un gorila de Carlos con los ojos bien abiertos.por suerte no parecieron percatarse de mi presencia.

Después de dar una vuelta, me metí en uno de los camerinos y por suerte parecía vacío. No había ropa ni objetos personales. Aún quedaba un rato de visita y me interesaba esperar a que se marcharan las visitas. No quería más público del necesario.

Perdí la noción del tiempo hasta que escuché unos pasos. Me escondí detrás de la puerta por si acaso algún despistado entraba por error. La puerta se abrió con mucho cuidado y lo primero que vi fue el cañón de una pistola con silenciador, no parecía el visitante promedio.

Esperé a que entrara un poco y entonces le di una patada a la puerta y me abalancé sobre el guardia. Con la mano izquierda cogí la mano de la pistola y con la derecha su cuello. Le empujé contra el marco de la puerta y golpeé su cabeza con la jamba. Cayó al suelo redondo. Entonces vi a otros tres guardias que me miraban sorprendidos, uno disparó y detuve la bala con la palma izquierda, pero noté el golpe en el codo. Entré a la habitación y volví a esconderme detrás de la puerta porque no podía cerrarla a causa del primero.

—Sabemos quién eres y conocemos tu poder. Somos tres y estamos armados. No tienes tres manos para pararnos a los tres.

El guardia intentaba asustarme.

—Sois tres y yo tengo dos pistolas, puedo disparar primero y parar la bala del tercero.

Era un farol bastante evidente, pero necesitaba tiempo para pensar.

—No eres tan rápido, y nosotros ya estamos listos. No nos vas a pillar por sorpresa. —Implícitamente se refería a que no le iba a pillar por sorpresa como al primero.

—No voy a rendirme tan fácilmente, he venido a ver a Carlos. Vosotros no sois nadie.

—Tendremos que hacerlo por las malas. —Escuché algo entre un gruñido y una risa grave y unos pasos. Venían a por mí—. Ríndete antes de que sea tarde.

No respondí y cuando noté que entraban con cautela repetí la jugada de la puerta.

El primero se desestabilizó pero no llegó a caer, los tres dispararon a la vez. Paré los disparos de los que estaban bien posicionados y esquivé por los pelos la bala del que había recibido el portazo. Por suerte la bala se desvió hacia arriba.

Lo que no pude evitar fue el culatazo de la pistola del que tenía más a la izquierda. Noté sangre en la frente y me desmayé. Es lo que suele pasar con un golpe como ese.

Cuando recobré el conocimiento estaba maniatado a una silla en el centro del escenario. Qué teatral era Carlos.

—¿De verdad creías que no conozco tu credencial de policía? Esto ha ido demasiado lejos. —Carlos se acercó con mucha calma por el lateral derecho. Parecía que estaba esperando que me despertara. Suspiró—. Tienes que dejar de fisgonear mis cosas. No tengo nada contra ti, en serio.

—Es todo un detalle por tu parte. Son solo negocios, ¿No? Y una mierda. ¿Dónde está mi perro?

—No estás siendo razonable. —Carlos se acercó aún más y sentí crujir el suelo a causa de la su peculiaridad, y era que a pesar de su aspecto fuerte, pero no gordo, pesaba más de trescientos kilos. La densidad de su cuerpo no correspondía con su aspecto físico—. No voy a dejar que investigues mis cuentas y salgas impune.

—Voy a destapar todos tus chanchullos, me voy a asegurar de que acabes entre rejas. —Carlos se estaba poniendo rojo de la ira—. Voy a acabar con tu insignificante emporio y todo lo que has construido. ¿Qué te apuestas?

—Yo no apuesto.

Carlos perdió los nervios y me lanzó un puñetazo, en ese momento me puse de puntillas y levanté un poco la silla. Me giré lo justo para que el golpe fuera al respaldo de la silla. El golpe fué tremendo, volé cinco metros hasta caer de cara contra el escenario. Por suerte la silla se había destrozado por el golpe y me sentí libre. Dolorido como si me hubiera pasado un elefante por encima, pero libre.

De hecho gruñí al levantarme y Carlos me miró extrañado. Hizo un gesto con la mano y me percaté de que había cuatro de sus guardias apuntando a mi pecho.

—Solo tienes que ser razonable. Estás en desventaja. —Carlos se crujió los nudillos—. Tu poder no puede parar mis golpes y lo sabes.

—Tu poder no detiene las balas. Al tenerme maniatado no me has quitado las pistolas.

Ambos nos quedamos en silencio valorando la amenaza del otro. Carlos dió un pequeño paso y yo acaricié las culatas de mis armas.

—Si me disparas, ellos acabarán contigo antes de que cierres los ojos. —Dió otro paso discreto. Yo retrocedí un paso.

—¿Solo sabes hablar? Aún no me has dicho dónde está Rufo.

—¿Rufo? —Ambos dimos otro paso—. No sé de qué me estás hablando.

—Mi perro, imbécil, ¿Dónde está mi perro?

—Ah, está a buen recaudo. —dijo con desprecio—. De momento…

En ese instante Carlos empezó a correr, yo salté con todas mis fuerzas hacia atrás mientras desenfundaba las pistolas y disparé. Un tiro acertó en el hombro izquierdo de Carlos y el otro se desvió. Escuché disparos de los secuaces, pero con el salto me quedé tumbado detrás del escenario y la caída me dolió bastante a causa del golpe anterior. Gruí por el dolor. Carlos siguió caminando más despacio a causa del disparo.

—¡Te estoy apuntando a la cabeza!. —Grité para que me oyeran los guardias. Me puse lentamente en pié mientras le apuntaba. Carlos dudó.

—No vas a salir vivo de este edificio.

Carlos volvió a correr, puso un brazo cubriendo el corazón y el otro la cabeza. Eso me dio la ventaja de que corría a ciegas así que apunté a sus pies y disparé tres veces con cada pistola. Carlos cayó a mis pies e intentó agarrarme los tobillos. Yo me alejé y salí por la puerta al backstage sin mirar atrás.

Cuando pasé por la puerta me encontré con uno de los guardias, le di un culatazo en el cuello con mi derecha, pasé a su lado y le volví a golpear en la nuca para noquearlo. Entonces seguí huyendo. No podía dejar que me atraparan.

Me puse a pensar dónde podía haber llevado a Rufo. Tenía que ser un lugar a la vista de la gente y que al mismo tiempo pasara desapercibido. Y llegué a la conclusión de que el lugar idóneo era el restaurante. Se había atrincherado en el Teatro Real para asegurarse que hubiera gente y que no pudiera pasar desapercibido, así que en el restaurante, en la cocina, era el lugar perfecto.

Al llegar a las escaleras para subir me encontré con un guardia y me disparó sin pensar. Yo solté la pistola izquierda para parar su bala y yo le devolví el favor acertándole en el hombro derecho. Entonces soltó el arma, así que aproveché para recoger y guardar la pistola que estaba en el suelo y seguí subiendo. En los dos siguientes rellanos me encontré con otros dos guardias e hizo algo parecido, al segundo le di acerté en la mano derecha y el tercero en la rodilla izquierda así que le tuve que noquear.

Cuando iba a llegar al restaurante guardé la pistola por si me encontraba con algún camarero o cocinero y llamé a Rufo. Por suerte ya habían cerrado las visitas y quedaba mucho para las obras, así que el lugar estaba vacío. Al poco tiempo de llamarle, le escuché ladrar alegremente y supe que había acertado. Estaba en una jaula, debajo de una encimera,  en la cocina. Le liberé y le cogí del collar para irnos, pero cuando abrí la puerta de la cocina me pasó un vaso volando a lado de la cara y supe que aún no se había acabado.

—Carlos, qué duro eres, cabrón.

—Y tú qué cabezota insistente. No voy a dejar que salgas, solo hay una salida.

Salí agachado de la cocina para esconderme tras la barra y un plato chocó contra la pared. Lo había lanzado como un frisbee y me acabé con fragmentos de loza a mi alrededor.

—Aún tengo mis pistolas y tengo muchas balas. Ya sabes lo que sé hacer con ellas.

A mi lado había una cubitera vacía, la levanté con cuidado y una copa reventó contra el metal. Esta vez me llovieron cristales, pero bajé la cabeza a tiempo.

—Eso no te va a salvar, tengo muchas cosas para tirarte.

Cogí la pistola de la derecha sabiendo que le quedaba menos munición y disparé al cable de la lámpara araña hasta que la vacié, pero no pasó nada. Carlos se empezó a reír.

—¿Eres idiota? Esto no es una película, y aunque se hubiera caído no me habría hecho nada. —Carlos hizo una pausa antes de continuar. A pesar de ser tan rudo estaba sufriendo—. Y ahora estás seco. Ríndete.

—Y una mierda, apenas te puedes mover, tengo todas las de ganar. ¿Qué te juegas?

—Otra vez tus malditas apuestas…

En ese momento salí por el hueco central de la barra cubriéndome con una bandeja y sentí el golpe de otro objeto de cristal. Lo ignoré y seguí corriendo hacia las mesas de la izquierda para cubrirme pero salí volando de vuelta a la barra. Carlos me había lanzado una silla y con su fuerza me dislocó el hombro derecho así que perdí toda la fuerza. Me quedé sentado intentando asimilarlo. Carlos empezó a acercarse ayudándose de los brazos y en la mano derecha llevaba un cuchillo de carne.

Le vi acercarse sin saber cómo reaccionar, estaba aturdido por el golpe y el dolor del hombro era terrible.

Carlos llegó a mi lado y me dió una palmada, con su fuerza, en el pecho y al empujar se me colocó el hombro. No pude evitar gritar, a lo que Carlos respondió con otra risa.

Entonces escuché a Rufo ladrar y morder las piernas de Carlos. Él intentó patearle pero con los disparos debía ser muy doloroso así que se giró para espantarle y eso me dió la ventaja para sacar la pistola con la izquierda y le descerrajé todas las balas que le quedaban a la pistola en la nuca.

Carlos cayó de lado sin siquiera un grito. Yo me levanté, cogí a Rufo con intención de salir del edificio pero me di cuenta de que las pruebas contra Carlos habían dejado de tener relevancia así que esparcí alcohol por las sillas, cortinas y todo lo inflamable. Después le prendí fuego y salí corriendo.

Al parecer fue un escándalo la muerte de Carlos, el filántropo, incluso se le hizo un funeral de estado. Pero nadie pareció demasiado interesado en investigar la naturaleza de lo ocurrido aquel día. Sus negocios fueron adjudicados al estado al no tener descendencia directa y el resto de la familia no quiso saber nada del tema.

Ese fue el final de Carlos.




No sé qué os habrá parecido este relato, yo he disfrutado mucho escribiendo y pensando en las inmensas posibilidades que se abren a volver a escribirlo pero siendo diferente al mismo tiempo. Tengo que terminar el arco de Adán pero me está costando mucho continuar esa línea. A ver si para esta semana saco el siguiente paso de Nueva Eva.

Mientras tanto no tengo mucho más que decir. Espero no volver a llegar tarde, que es semana santa y voy a tener, espero, un poco más de tiempo.

Hasta entonces, espero que hayáis disfrutado del relato.

domingo, 26 de marzo de 2023

Relato La aracnocracia

Para esta semana traigo un relato cargado de crítica social con una reflexión final. Es un tema cada vez más preocupante cómo, incluso desde el gobierno, traen una cultura del miedo, victimizando a la población. Pero no quiero adelantar demasiado. Solamente decir que para el relato pregunté a un grupo de amigos y conocidos por el animal que pensaran que era más peligroso o que más miedo les daba y ganó la araña. Asumo que la parte del miedo, la parte más emocional ganó a la hora de tomar decisiones y es que hay animales mucho más peligrosos dependiendo del contexto. Una anécdota es que en áfrica el hipopótamo es peligrosísimo, y es herbívoro, ni siquiera mata para cazar. Uno de mis amigos pensó primero en una garrapata, y es que a causa de las enfermedades que puede transmitir es muy peligroso también.

En cualquier caso, me vino muy bien para el relato que estaba construyendo, este mismo relato con tiburones o cocodrilos hubiera sido un poco más complejo.

Pero no le doy más vueltas, os dejo que lo leáis.




La aracnocracia


El plató de televisión estaba lleno, como cada mañana y la presentadora estaba esperando su pié para empezar.

—Continuamos con La mirada limpia después del corte publicitario. Ahora vamos a hablar de un drama social que nos incumbe a todos y son los ataques arácnidos que parecen crecer cada día. Para hablar de ello contamos con la inestimable presencia de la ministra de salud Irero Nemont, la presidenta de la asociación Vida libre de arácnidos, Juavas Nari y María Gonzalez, una de las innumerables víctimas.

Las tres mujeres estaban sentadas alrededor de la presentadora, la víctima a la izquierda y las otras dos a la derecha. Las cuatro iban vestidas con ropa formal y elegante.

—Desde La mirada limpia —continuó la presentadora— queremos dar altavoz a la problemática que existe. ¿Os parece bien que empecemos con el testimonio de María? Sentimos tener que pedirte que rememores el suceso, pero es necesario para que la gente entienda la realidad que algunos no quieren ver.

—Nos están matando. —Una mujer del público gritó.

—Por favor, vamos a hablar del tema y lo vamos a ver al detalle, pero no perdamos las formas. —La presentadora señaló a María—. Por favor, nárranos tu experiencia con la violencia arácnida.

—Fue terrible, yo iba de camino al trabajo cuando ocurrió… —María sollozó y perdió la voz por un momento.

—Bebe un poco de agua, entendemos lo duro que es esto.

—Iba por la calle —Continuó— cuando un canácnido corrió en mi dirección ladrando. Yo me intenté apartar pero él me persiguió hasta una pared y me dejó sin salida. No pude moverme hasta que llegó el dueño y se lo llevó. He tenido que ir al psicólogo durante meses para reponerme del suceso.

—Por suerte no llegó a picarte, pero no podemos olvidar el daño psicológico. —Irero Nemot, la ministra miró directamente a cámara—. Como ha dicho una mujer del público, nos están matando. A día de hoy, veintiséis de marzo, este año dos mil treinta y dos ya ha habido cincuenta víctimas mortales por ataques arácnidos en el mundo, solo en españa se producen más de cinco ataques arácnidos diarios, no mortales.Y todo es a causa de la aracnocracia.

—Juavas, —la presentadora tomó la palabra—. Como presidenta de Vida libre de arácnidos, ¿Por qué crees que existe la aracnocracia? Si es malo para todos, objetivamente.

—Es muy sencillo —Juavas tomó aire—. Hay tantos arácnidos y algunos tan pequeños que incluso en este plató, bajo el suelo, tras las bambalinas, hay arácnidos por todas partes y esto se traduce en que tienen un poder incalculable. Con esto, captan a gente, la prometen protección y privilegios…

—La aracnocracia no está matando… —Gritó alguien desde el público.

—Por favor. —Pidió la presentadora—. No interrumpáis a las invitadas. Continua Juavas.

—Como decía, —continuó Javas— los privilegios arácnidos son evidentes, los negacionistas de los arácnidos sufren hasta un noventa por ciento menos ataques y son menos peligrosos, de media. Los arcanofílicos dicen sentirse seguros y niegan los ataques que sufrimos todos y que son cada vez mayores desde la reforma de ley de hace seis meses.

—Desde Soñamos, y como dice Juavas, hemos implementado una ley revolucionaria y progresista que protege a todo el mundo de los ataques arácnidos —La cámara hizo zoom a Irero Nemont—. Y nos esforzamos por identificarlos para poder dar una cobertura transversal a las víctimas. No vamos a parar hasta que la violencia arácnida desaparezca. Y en ese sentido hemos programado una charla sobre Ecosostenibilidad y desarrollo de insecticidas responsables con el medio ambiente en Etiopía.
En ese momento varios grupos del público empezaron a aplaudir y vitorear.

—Nuestra ley va a ser un modelo para toda Europa, que acabarán adoptando leyes muy similares, si no la misma. —Irero Nemont se creció al ver el apoyo del público—. La aracnocracia va a caer. Vamos a acabar con los privilegios de los aracnófilos.

—Machete a la araña, la aracnocracia va a caer, ni uno menos. —El público empezó a corear.

—Vamos a aprovechar ese momento de júbilo para una pequeña pausa publicitaria. —La cámara volvió a centrarse en la presentadora—. Volveremos en seis minutos.

El público siguió coreando durante un par de minutos hasta que se calmaron. Irero aprovecho para dar besos al público y congeniar con ellos hasta que el equipo de producción anunció que quedaba un minuto para volver en directo. Irero volvió a su sitio.

—Seguimos en La mirada limpia tratando el problema arácnido, pero me dicen que hay un telespectador que ha llamado al programa, se llama Juan Luis y quiere darnos su opinión acerca de esta terrible tragedia. A delante, Juan Luis.

—Buenos días y muchas gracias. Lo primero decir que sí, lo que estamos viviendo es una terrible tragedia. Yo heredé de mi padre una tienda de animales, de mascotas y he tenido que cerrar a causa de la ley arácnida de Irero Nemot. Con esta ley los perros ahora son canácnidos, los gatos felácnidos, los pájaros, independientemente de clase o tamaño, son arácnidos voladores. Si a todos los animales los llamamos arácnidos es lógico que suban los ataques. A la pobre María la ladró un perro…

En ese momento la presentadora se llevó la mano al cuello e hizo un gesto para cortar la llamada.

—Creo que hemos escuchado lo suficiente. —Dijo la presentadora—. No voy a aceptar discursos de odio de los conservadores radicales. Siento, en nombre del programa, lo que acaba de ocurrir. Es una pena.

—El problema de los negacionistas es que niegan la realidad. —Irero tomó la palabra—. Todos los animales tienen ancestros comunes, y por lo tanto tienen el germen arácnido aunque hayan evolucionado diferente. Si los negacionistas diferencian los ladridos del canácnido de otras violencias arácnidas es porque quieren invisibilizar este tipo de violencia. Negar la existencia de los canácnidos, felácnidos y demás subespecies de arácnidos es negar la existencia de la aracnocracia y no lo vamos a tolerar.

—El próximo ocho de mayo vamos a salir a las calles para manifestarnos contra los arácnidos. —Juavas Rina continuó el discurso de Irero—. Yo protejo a mis hijos de la aracnocracia, y por eso voy a salir a la calle el próximo ocho m. Son las vidas de todos lo que está en juego—. El público estalló en aplausos.



Unas horas más tarde, un youtuber llamado Un harácnido vivo y entero subió un vídeo a su canal. Él apareció en cámara con un pasamontañas negro.

—Soy Un harácnido vivo y entero, harácnido con hache de humano y os traigo noticias frescas y de actualidad. Hoy, en el programa La mirada limpia han impedido expresarse al exdueño de una tienda de animales. —Entonces mostró un clip de lo sucedido—. Cómo podemos ver, nuestra ministra Irero Nemont es incapaz de responder a Juan Luis, porque no hay hueco para el debate en la cultura pop actual. Cuelgan la llamada para acto seguido hablar de los negacionistas. Y es que o compras todo lo que dicen desde Soñamos o eres un aracnófilo que odia a la humanidad, no hay ninguna otra opción. Increíble.

Pero no es lo peor que ha pasado, el ministerio de salud ha sacado un cartel en el que vemos —aparece en pantalla— a un grupo de influencers conocidas acosadas por diversos tipos de arácnidos, vemos dos arañas, un canácnidos y dos felácnidos. Todo para concienciar sobre el peligro que representan. Esto sería algo anecdótico si no fuera porque no han pagado los derechos a las influencers, que se han quejado, y además, el cartel de marras nos ha costado la nada desdeñable cifra de ochenta y cuatro mil euros del presupuesto público, por supuesto.

Pero si eso os preocupa tengo malas noticias. Irero Nemont ha anunciado una charla de ecosostenibilidad y desarrollo de insecticidas responsables con el medio ambiente en Etiopía. Al parecer quieren matar arácnidos etíopes pero respetando el medio ambiente, las prioridades claras. Y esto solo nos va a costar un poco más de un milloncejo de euros del erario público. Una ganga. Qué fácil es gastar el dinero del contribuyente.

Luego dicen que si el youtuber de turno se va a Andorra para no pagar impuestos, que no quiere contribuir a pagar hospitales y carreteras. ¿Os acordáis de Rubén? Todo el mundo se volvió loco cuando se fue a Andorra. ¿Cuántos rubenes nos cuestan las charlas y los chiringuitos de nuestro ministerio? Irero, ¿Cuántos Rubenes vale esa lucha contra la aracnocracia? En fin, lo voy a ir dejando por aquí.

Muchas gracias a todos los Harácnidos vivos y enteros que hacen posible que siga trayendo noticias de absoluta actualidad. Un saludo y hasta otra. —El youtuber hizo amago de dar un puñetazo a la cámara y en ese momento apareció en pantalla una explosión nuclear y la pantalla se quedó negra.



Y esto es lo que pasa cuando la sociedad se polariza de manera tan extrema que, o eres mi aliado incondicional o eres mi enemigo acérrimo y debo combatir tus ideas, pero sin escucharlas. Esto es lo que ocurre cuando se divide a la población y se la enfrenta de manera artificial, generando problemas cada vez más graves de actos cada vez más pequeños y comunes.

Pensar y debatir ideas diferentes está prohibido. Los defensores de la verdad y la virtud se convierten en dictadores autoritarios que discriminan lo que es bueno y malo, y censuran y cancelan todo lo que es malo. Es decir, todo lo que no sigue sus ideas al pié de la letra. Luchamos por la diversidad, pero no de ideas.




No quiero añadir nada más, creo que el texto se expresa por sí solo.

Espero que hayáis disfrutado del relato.

domingo, 19 de marzo de 2023

Relato: El fin de la era patatera

La semana pasada anduve muy liado, me costó mucho sacar tiempo para escribir y además no sabía qué escribir, así que al final dejé pasar una semana sin subir nada al blog.

Finalmente, pude dar forma a un plan que tenía en la reserva como un ente abstracto y sin guión y es el relato que os traigo. Esta idea empezó en un sueño que ya no recuerdo. Me planteé cómo sería una sociedad basada en otro método diferente para la producción eléctrica. Luego pensé en esa sociedad afrontando una crisis que la llevara al límite y con esas dos ideas empecé a trabajar en el proyecto.

Hay un poco de humor absurdo acompañado de pequeñas dosis de crítica social energética. Pero vamos a leer el relato y comentamos después.




El fin de la era patatera


La planta energética estaba a pleno rendimiento en la ciudad de Pommes de arriba y apenas cubría la creciente demanda eléctrica de sus ciudadanos. Con la adquisición de ordenadores por parte de particulares y empresas y los aparatos cada vez más potentes, la industria se estaba quedando a la zaga y le costaba cada vez más actualizar su producción a la demanda de la ciudad.

—Hay una incidencia en la decimosexta planta, decimocuarta sección, séptima subsección, quincuagésima novena estantería, sexto nivel, trigésima cuarta productora. —El jefe de control, el señor Petota, con su anodino traje gris, vigilaba cada zona de la planta y daba avisos de averías con máxima diligencia—. Qué alguien sustituya esa productora estropeada de inmediato.

Un operario llamado Karto Fel se dirigió de inmediato al lugar indicado. Era un buen trabajador, responsable y poco hablador. Durante el turno de trabajo se limitaba a supervisar la producción eléctrica y ese día no iba a ser una excepción.

Al llegar vio las incontables estanterías, como columnas, con espacio para rodearlas, que tenían bandejas con lo que llamaban productoras eléctricas. En realidad eran patatas con dos puntas de cobre y dos puntas de zinc con cables que canalizaban la tan escasa electricidad producida y la acumulaba con el resto para tener una producción mayor. La escala de la producción era tan grande que necesitaban un edificio industrial de veintiún pisos.

En este caso, como siempre, la incidencia era que una patata había terminado por pudrirse y había dejado de generar la maravillosa energía que alimentaba la ciudad.

—Huele que apesta. —Carto murmuró en voz baja al acercarse a la patata podrida. Y el olor no era culpa solo de esta, el resto estaban en proceso de putrefacción.

A pesar del pestazo, Carto retiró la patata en mal estado, puso otra en su lugar y conectó las puntas con lo que la energía volvió a fluir.


No muy lejos de Pommes de arriba había una mega plantación llamada Kartalad. Quinientas hectáreas de cultivo de patatas que llevaban plantando desde la revolución eléctrica ciento sesenta y seis años antes y no habían plantado otra cosa desde entonces porque las patatas, no solo alimentaban la electricidad de la ciudad sino también el espíritu y el estómago de sus habitantes ya que habían adaptado su gastronomía al alimento del futuro. Incluso intentaron construir casas con patatas, pero no salió bien, se acababan estropeando.

—Los cultivos están creciendo fuertes este año. —El magnate agrícola de nombre Tuber Culo estaba observando el trabajo de los granjeros con su mano derecha y directora de finanzas, Elisa—. Nos esperan grandes beneficios.

—Por supuesto, Señor Culo, la industria eléctrica está cada vez más solicitada y dependen de nosotros. Dentro de poco tendrán que pagar lo que pidamos, nadie más puede satisfacer su demanda 

—Maravilloso.

Al mismo tiempo, no muy lejos del señor Culo, se cernía la tragedia sobre la granja Kartalad.

—¡Capataz, hay un problema! —El agricultor Solanum corría con los brazos levantados—. Hay un brote de Rhizoctonia en el sector.

—Enséñamelo, ahora. —Huarí mantuvo la compostura frente al trabajador, a pesar de la preocupación. Solanum le entregó una patata pequeña comida por el micelio—. Aquí hay más hongo que patata. ¿Cómo puede ser que no te hayas dado cuenta hasta ahora? Esto es terrible. —Huarí se puso furiosa para ocultar el terror que estaba sintiendo—. Lleva media patata al capataz más cercano, yo hago lo mismo y que todos revisemos el estado de la plantación. Es muy mala señal que esté tan infectado.



—Gobernador, señor, llegan noticias preocupantes de Kartalad. —El funcionario Atatap no podía mantenerse quieto.

—Bah, son unos pesados. ¿Qué tripa se les ha roto hoy? —El gobernador mister Potato se giró con desgana.

—Señor Potato, la situación es terrible, tenemos que hacer algo.

—Continúa. —El gobernador dejó los papeles a un lado 

—Ha habido una plaga de hongos en la plantación, se calcula que se va a perder entre el sesenta y el setenta y cinco por ciento de la cosecha…

Mister Potato estuvo a punto de caerse de la silla. Se quedó blanco en segundos.

—Si eso es cierto no podremos mantener la producción eléctrica, habrá un apagón. Y aún así no habrá comida suficiente, habrá una hambruna terrible. ¿Qué dice el señor Culo?

—Tuber Culo no va a decir nada, señor, parece que ha decidido…

—Maldito bastardo, nos deja el problema a los demás. Es un desastre.

—Señor Potato, necesitamos una alternativa viable. Llevamos ciento sesenta años sin innovar la producción eléctrica, no vamos a poder escalar la producción eternamente.

—Explicaselo tú al señor Petota. No deja de presionarnos para sacar más beneficios. Es un burro incapaz de ver más allá del número de su cuenta bancaria.

—Creo que le presiona el Señor Culo… —Atatap carraspeó incómodo—. Le presionaba con los precios de…

—Más motivo para modernizarse. —Mister Potato le interrumpió—. Pero la investigación y el desarrollo cuestan patatares y no le gusta gastar. Aún así, los demás países no están mucho mejor.

—Los acebuchos usan los huesos de las aceitunas para…

—¿Y de verdad te parece más avanzado quemar huesos de aceituna? Los acebuchos pueden arder con sus aceitunas.

—Señor, no podemos mantener este sistema. Por lo menos ellos se comen el fruto y utilizan los desperdicios para generar electricidad. Nosotros tenemos que decidir si comemos o tenemos corriente.

Mister Potato gruñó indignado.


La planta energética de Pommes seguía funcionando ajena a los problemas que se iban acumulando. Aunque eso iba a cambiar.

—Señor Petota, el gobernador solicita que se le entreguen todas las patatas que aún sean comestibles para uso alimentario. —Karto Fel miraba al suelo mientras lo decía.

—Eso es una locura, ¿A qué se debe esa petición? En cuestión de días habrá apagones por media ciudad. Reinará el caos y la anarquía.

—Al parecer se ha perdido cerca del ochenta por ciento de la cosecha de Kartalad.

El silencio se alargó peligrosamente hacia el infinito mientras el sol surcaba el firmamento y las patatas se estropeaban produciendo la electricidad que tanto ansiaban. El silencio fue tan largo que un caracol cruzó una calle en ese silencio, sin incidente alguno, y se subió a un arbusto.

—La sociedad llega a su fin, tal y como la conocemos. ¿Se sabe algo del señor Culo?

—Se ha… —Karto Fel se quedó sin habla un instante—. Ha puesto fin a su vida.

—Entonces es serio. Voy a hablar con mi familia, tengo que avisarles.

—¿Qué vamos a hacer, señor?

—Prepara una junta extraordinaria para dentro de una hora. Vamos a tener que hacer algo… y envía las patatas al señor Potato ahora mismo.


—Señores, sabéis por qué estamos hoy reunidos. —El gobernador Mister Potato estaba reunido con Karto Fel y Huarí en su despacho. Ellos se miraron desconcertados y callaron. Mister Potato resopló—. Huarí, dado que el señor Culo ha decidido dejar de lado sus responsabilidades, te cedo la propiedad y control absoluto de Kartalad.

—¿Y sus herederos? No podemos…

—No hay tiempo para eso. —Mister Potato le interrumpió—. Karto Fel, ya que el señor Petota lleva desaparecido casi noventa horas y no parece querer aparecer, a usted le concedo la propiedad y control absoluto de la planta energética de Pommes. No voy a aceptar un no de ninguno de los dos.

—¿Por qué nosotros? No sé qué quiere…

—Vosotros conocéis la granja y la planta mejor que nadie y necesito vuestra experiencia. Tenemos que hacer algo y rápido para salir de esta. Con las patatas que hemos salvado podemos alimentar a la población durante seis meses lo que nos da tiempo a comprar comida a algún otro país.

Sin embargo apenas tenemos energía para un mes, con recortes cada vez más severos y reservando la energía para los servicios críticos.

Los dos se quedaron atónitos.

—¿De dónde vamos a sacar electricidad sin patatas? —Huarí se adelantó.

—Otros países usan otros métodos. Los acebuchos usan huesos de aceituna, los Bos Taurus usan sus toros, los Camellios usan el té. Nunca hemos averiguado cómo…

—Nosotros no tenemos nada de eso, señor Potato. —Karto Fel se revolvió nervioso.

—Eso ya lo sé, tenemos que encontrar algo con lo que conseguir electricidad y que sí tengamos. Nos volveremos a reunir en setenta y dos horas. Si no traéis alguna solución os haré responsables de la catástrofe. Ahora sois los dueños. Podéis retiraros.


Volvían a estar reunidos mister Potato, Karto Fel y Huarí en el despacho del gobernador. Este esperaba informes favorables y un milagro.

—¿Quién empieza a hablar? Espero progresos e importantes.

—En Kartalad hemos hecho mejoras sustanciales. —Intervino Huarí—. La cosecha perdida se la hemos vendido como compost a las s acebuchos y con las patatares que hemos plantado cebollas.

—¿Cuándo tendremos la primera cosecha?

—Esperamos poder cosechar en unos cuatro meses. Estarán recogidas antes de que se agoten las patatas.

—Bien, tendremos que adaptar las recetas a la cebolla. —Mister Potato suspiró satisfecho.

—Señor Potato, he puesto a trabajar a un grupo en pensar recetas que unan las patatas y la cebolla, para mantener las costumbres y que el cambio no sea tan radical para la población.

—Muy buena idea, Huarí. —Mister Potato se giró y miró a Karto Fel—. ¿Y tú? La comida puede esperar, pero no la energía.

—Señor Potato, hemos invertido las estanterías vacías en comprar bicicletas estáticas y modificarlas para generar electricidad. A día de hoy solo hemos podido sustituir un tres por ciento de las instalaciones…

—¿Solo un tres por ciento? Se nos acaba el tiempo, Karto Fel.

—Señor Potato, cada bicicleta genera unas cien veces más energía que una patata. Las bicicletas están generando ya un quince por ciento de la energía anterior. Esperamos que con un un veinte por ciento del espacio de la planta produzcamos la misma energía que hasta ahora. Potencialmente podríamos llegar a quintuplicar la producción.

—¿Y para cuándo tendremos ese veinte por ciento? —Mister Potato refunfuñó.

—Esperamos tenerlo en dos semanas, pero cada día iremos mejorando la producción de manera gradual, así que compensaremos la pérdida de las patatas.

—Bien, lo habéis conseguido, en principio. Ahora sois las dos personas más importantes de Pommes, después de mí, claro está. ¿Qué vais a hacer ahora?


Y así es como Pommes dió un gran salto tecnológico dejando atrás la era patatera y entrando en la era ciclista. Además, fundamentaron el primer paso para la receta de tortilla de patatas, o como ellos la llamarían en el futuro, patatas con tortilla. Eso sí, con cebolla.




Cómo podéis ver, en mi línea, hago muchos juegos de palabras e idiomas, todos relacionados con las patatas que son el centro del relato. Al final he tenido que ampliar el relato a tres localizaciones para dar más margen a la historia y ver cómo evoluciona la crisis en los tres ámbitos por separado. He intentado diferenciar a los líderes de cada una de los lugares y darles diferentes enfoques a la hora de solucionar el problema. Y al final le he dado un papel protagonista a los personajes que parecía que iban a ser los ayudantes, que al final acaban siendo los jefes.

Para mí, siempre es una sensación maravillosa poder explorar posibilidades y crear situaciones con el único fin de ver qué podría pasar en caso de… Soñar nuevos mundos con sociedades diferentes y culturas completamente ajenas a la nuestra, eso es magia y me encanta.

Tengo dos frentes abiertos para la semana que viene, estoy preguntando a gente cercana sobre los animales que más miedo o peligrosos les parece para escribir un relato sobre el miedo. Otra idea es, con una historia genérica, que aún no tengo, reescribirla varias veces en universos paralelos, distopías, ucronías o épocas y ver cómo, el mundo y la sociedad cambiaría el relato, que en esencia sería igual en el corazón, pero totalmente distinto en la superficie.

No sé qué opinaréis de estas dos ideas, a mi me gustan mucho y quiero traerlas aunque aún no he decidido el orden.

De momento, espero que hayáis disfrutado del relato.


Relato Realidades alternativas: 1 El Teatro Real.

Otra semana más vuelvo a llegar tarde al relato. Esta vez puedo decir que lo de mil quinientas palabras se me ha ido un poco de las manos. U...