La semana pasada anduve muy liado, me costó mucho sacar tiempo para escribir y además no sabía qué escribir, así que al final dejé pasar una semana sin subir nada al blog.
Finalmente, pude dar forma a un plan que tenía en la reserva como un ente abstracto y sin guión y es el relato que os traigo. Esta idea empezó en un sueño que ya no recuerdo. Me planteé cómo sería una sociedad basada en otro método diferente para la producción eléctrica. Luego pensé en esa sociedad afrontando una crisis que la llevara al límite y con esas dos ideas empecé a trabajar en el proyecto.
Hay un poco de humor absurdo acompañado de pequeñas dosis de crítica social energética. Pero vamos a leer el relato y comentamos después.
El fin de la era patatera
La planta energética estaba a pleno rendimiento en la ciudad de Pommes de arriba y apenas cubría la creciente demanda eléctrica de sus ciudadanos. Con la adquisición de ordenadores por parte de particulares y empresas y los aparatos cada vez más potentes, la industria se estaba quedando a la zaga y le costaba cada vez más actualizar su producción a la demanda de la ciudad.
—Hay una incidencia en la decimosexta planta, decimocuarta sección, séptima subsección, quincuagésima novena estantería, sexto nivel, trigésima cuarta productora. —El jefe de control, el señor Petota, con su anodino traje gris, vigilaba cada zona de la planta y daba avisos de averías con máxima diligencia—. Qué alguien sustituya esa productora estropeada de inmediato.
Un operario llamado Karto Fel se dirigió de inmediato al lugar indicado. Era un buen trabajador, responsable y poco hablador. Durante el turno de trabajo se limitaba a supervisar la producción eléctrica y ese día no iba a ser una excepción.
Al llegar vio las incontables estanterías, como columnas, con espacio para rodearlas, que tenían bandejas con lo que llamaban productoras eléctricas. En realidad eran patatas con dos puntas de cobre y dos puntas de zinc con cables que canalizaban la tan escasa electricidad producida y la acumulaba con el resto para tener una producción mayor. La escala de la producción era tan grande que necesitaban un edificio industrial de veintiún pisos.
En este caso, como siempre, la incidencia era que una patata había terminado por pudrirse y había dejado de generar la maravillosa energía que alimentaba la ciudad.
—Huele que apesta. —Carto murmuró en voz baja al acercarse a la patata podrida. Y el olor no era culpa solo de esta, el resto estaban en proceso de putrefacción.
A pesar del pestazo, Carto retiró la patata en mal estado, puso otra en su lugar y conectó las puntas con lo que la energía volvió a fluir.
No muy lejos de Pommes de arriba había una mega plantación llamada Kartalad. Quinientas hectáreas de cultivo de patatas que llevaban plantando desde la revolución eléctrica ciento sesenta y seis años antes y no habían plantado otra cosa desde entonces porque las patatas, no solo alimentaban la electricidad de la ciudad sino también el espíritu y el estómago de sus habitantes ya que habían adaptado su gastronomía al alimento del futuro. Incluso intentaron construir casas con patatas, pero no salió bien, se acababan estropeando.
—Los cultivos están creciendo fuertes este año. —El magnate agrícola de nombre Tuber Culo estaba observando el trabajo de los granjeros con su mano derecha y directora de finanzas, Elisa—. Nos esperan grandes beneficios.
—Por supuesto, Señor Culo, la industria eléctrica está cada vez más solicitada y dependen de nosotros. Dentro de poco tendrán que pagar lo que pidamos, nadie más puede satisfacer su demanda
—Maravilloso.
Al mismo tiempo, no muy lejos del señor Culo, se cernía la tragedia sobre la granja Kartalad.
—¡Capataz, hay un problema! —El agricultor Solanum corría con los brazos levantados—. Hay un brote de Rhizoctonia en el sector.
—Enséñamelo, ahora. —Huarí mantuvo la compostura frente al trabajador, a pesar de la preocupación. Solanum le entregó una patata pequeña comida por el micelio—. Aquí hay más hongo que patata. ¿Cómo puede ser que no te hayas dado cuenta hasta ahora? Esto es terrible. —Huarí se puso furiosa para ocultar el terror que estaba sintiendo—. Lleva media patata al capataz más cercano, yo hago lo mismo y que todos revisemos el estado de la plantación. Es muy mala señal que esté tan infectado.
—Gobernador, señor, llegan noticias preocupantes de Kartalad. —El funcionario Atatap no podía mantenerse quieto.
—Bah, son unos pesados. ¿Qué tripa se les ha roto hoy? —El gobernador mister Potato se giró con desgana.
—Señor Potato, la situación es terrible, tenemos que hacer algo.
—Continúa. —El gobernador dejó los papeles a un lado
—Ha habido una plaga de hongos en la plantación, se calcula que se va a perder entre el sesenta y el setenta y cinco por ciento de la cosecha…
Mister Potato estuvo a punto de caerse de la silla. Se quedó blanco en segundos.
—Si eso es cierto no podremos mantener la producción eléctrica, habrá un apagón. Y aún así no habrá comida suficiente, habrá una hambruna terrible. ¿Qué dice el señor Culo?
—Tuber Culo no va a decir nada, señor, parece que ha decidido…
—Maldito bastardo, nos deja el problema a los demás. Es un desastre.
—Señor Potato, necesitamos una alternativa viable. Llevamos ciento sesenta años sin innovar la producción eléctrica, no vamos a poder escalar la producción eternamente.
—Explicaselo tú al señor Petota. No deja de presionarnos para sacar más beneficios. Es un burro incapaz de ver más allá del número de su cuenta bancaria.
—Creo que le presiona el Señor Culo… —Atatap carraspeó incómodo—. Le presionaba con los precios de…
—Más motivo para modernizarse. —Mister Potato le interrumpió—. Pero la investigación y el desarrollo cuestan patatares y no le gusta gastar. Aún así, los demás países no están mucho mejor.
—Los acebuchos usan los huesos de las aceitunas para…
—¿Y de verdad te parece más avanzado quemar huesos de aceituna? Los acebuchos pueden arder con sus aceitunas.
—Señor, no podemos mantener este sistema. Por lo menos ellos se comen el fruto y utilizan los desperdicios para generar electricidad. Nosotros tenemos que decidir si comemos o tenemos corriente.
Mister Potato gruñó indignado.
La planta energética de Pommes seguía funcionando ajena a los problemas que se iban acumulando. Aunque eso iba a cambiar.
—Señor Petota, el gobernador solicita que se le entreguen todas las patatas que aún sean comestibles para uso alimentario. —Karto Fel miraba al suelo mientras lo decía.
—Eso es una locura, ¿A qué se debe esa petición? En cuestión de días habrá apagones por media ciudad. Reinará el caos y la anarquía.
—Al parecer se ha perdido cerca del ochenta por ciento de la cosecha de Kartalad.
El silencio se alargó peligrosamente hacia el infinito mientras el sol surcaba el firmamento y las patatas se estropeaban produciendo la electricidad que tanto ansiaban. El silencio fue tan largo que un caracol cruzó una calle en ese silencio, sin incidente alguno, y se subió a un arbusto.
—La sociedad llega a su fin, tal y como la conocemos. ¿Se sabe algo del señor Culo?
—Se ha… —Karto Fel se quedó sin habla un instante—. Ha puesto fin a su vida.
—Entonces es serio. Voy a hablar con mi familia, tengo que avisarles.
—¿Qué vamos a hacer, señor?
—Prepara una junta extraordinaria para dentro de una hora. Vamos a tener que hacer algo… y envía las patatas al señor Potato ahora mismo.
—Señores, sabéis por qué estamos hoy reunidos. —El gobernador Mister Potato estaba reunido con Karto Fel y Huarí en su despacho. Ellos se miraron desconcertados y callaron. Mister Potato resopló—. Huarí, dado que el señor Culo ha decidido dejar de lado sus responsabilidades, te cedo la propiedad y control absoluto de Kartalad.
—¿Y sus herederos? No podemos…
—No hay tiempo para eso. —Mister Potato le interrumpió—. Karto Fel, ya que el señor Petota lleva desaparecido casi noventa horas y no parece querer aparecer, a usted le concedo la propiedad y control absoluto de la planta energética de Pommes. No voy a aceptar un no de ninguno de los dos.
—¿Por qué nosotros? No sé qué quiere…
—Vosotros conocéis la granja y la planta mejor que nadie y necesito vuestra experiencia. Tenemos que hacer algo y rápido para salir de esta. Con las patatas que hemos salvado podemos alimentar a la población durante seis meses lo que nos da tiempo a comprar comida a algún otro país.
Sin embargo apenas tenemos energía para un mes, con recortes cada vez más severos y reservando la energía para los servicios críticos.
Los dos se quedaron atónitos.
—¿De dónde vamos a sacar electricidad sin patatas? —Huarí se adelantó.
—Otros países usan otros métodos. Los acebuchos usan huesos de aceituna, los Bos Taurus usan sus toros, los Camellios usan el té. Nunca hemos averiguado cómo…
—Nosotros no tenemos nada de eso, señor Potato. —Karto Fel se revolvió nervioso.
—Eso ya lo sé, tenemos que encontrar algo con lo que conseguir electricidad y que sí tengamos. Nos volveremos a reunir en setenta y dos horas. Si no traéis alguna solución os haré responsables de la catástrofe. Ahora sois los dueños. Podéis retiraros.
Volvían a estar reunidos mister Potato, Karto Fel y Huarí en el despacho del gobernador. Este esperaba informes favorables y un milagro.
—¿Quién empieza a hablar? Espero progresos e importantes.
—En Kartalad hemos hecho mejoras sustanciales. —Intervino Huarí—. La cosecha perdida se la hemos vendido como compost a las s acebuchos y con las patatares que hemos plantado cebollas.
—¿Cuándo tendremos la primera cosecha?
—Esperamos poder cosechar en unos cuatro meses. Estarán recogidas antes de que se agoten las patatas.
—Bien, tendremos que adaptar las recetas a la cebolla. —Mister Potato suspiró satisfecho.
—Señor Potato, he puesto a trabajar a un grupo en pensar recetas que unan las patatas y la cebolla, para mantener las costumbres y que el cambio no sea tan radical para la población.
—Muy buena idea, Huarí. —Mister Potato se giró y miró a Karto Fel—. ¿Y tú? La comida puede esperar, pero no la energía.
—Señor Potato, hemos invertido las estanterías vacías en comprar bicicletas estáticas y modificarlas para generar electricidad. A día de hoy solo hemos podido sustituir un tres por ciento de las instalaciones…
—¿Solo un tres por ciento? Se nos acaba el tiempo, Karto Fel.
—Señor Potato, cada bicicleta genera unas cien veces más energía que una patata. Las bicicletas están generando ya un quince por ciento de la energía anterior. Esperamos que con un un veinte por ciento del espacio de la planta produzcamos la misma energía que hasta ahora. Potencialmente podríamos llegar a quintuplicar la producción.
—¿Y para cuándo tendremos ese veinte por ciento? —Mister Potato refunfuñó.
—Esperamos tenerlo en dos semanas, pero cada día iremos mejorando la producción de manera gradual, así que compensaremos la pérdida de las patatas.
—Bien, lo habéis conseguido, en principio. Ahora sois las dos personas más importantes de Pommes, después de mí, claro está. ¿Qué vais a hacer ahora?
Y así es como Pommes dió un gran salto tecnológico dejando atrás la era patatera y entrando en la era ciclista. Además, fundamentaron el primer paso para la receta de tortilla de patatas, o como ellos la llamarían en el futuro, patatas con tortilla. Eso sí, con cebolla.
Cómo podéis ver, en mi línea, hago muchos juegos de palabras e idiomas, todos relacionados con las patatas que son el centro del relato. Al final he tenido que ampliar el relato a tres localizaciones para dar más margen a la historia y ver cómo evoluciona la crisis en los tres ámbitos por separado. He intentado diferenciar a los líderes de cada una de los lugares y darles diferentes enfoques a la hora de solucionar el problema. Y al final le he dado un papel protagonista a los personajes que parecía que iban a ser los ayudantes, que al final acaban siendo los jefes.
Para mí, siempre es una sensación maravillosa poder explorar posibilidades y crear situaciones con el único fin de ver qué podría pasar en caso de… Soñar nuevos mundos con sociedades diferentes y culturas completamente ajenas a la nuestra, eso es magia y me encanta.
Tengo dos frentes abiertos para la semana que viene, estoy preguntando a gente cercana sobre los animales que más miedo o peligrosos les parece para escribir un relato sobre el miedo. Otra idea es, con una historia genérica, que aún no tengo, reescribirla varias veces en universos paralelos, distopías, ucronías o épocas y ver cómo, el mundo y la sociedad cambiaría el relato, que en esencia sería igual en el corazón, pero totalmente distinto en la superficie.
No sé qué opinaréis de estas dos ideas, a mi me gustan mucho y quiero traerlas aunque aún no he decidido el orden.
De momento, espero que hayáis disfrutado del relato.
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