domingo, 26 de febrero de 2023

Relato: Terra Nullius

 Una semana más vuelvo con retraso. Según iba escribiendo el relato se me iban acumulando las dificultades al mismo tiempo que al propio Adán.

Después de tantos relatos de la mano de Adán y HUE, ¿Puede que me esté fundiendo con la figura del personaje? Incluso he publicado un relato firmado por él. Otra opción es que, al ver relativamente cerca el final de la historia me cueste más seguir porque en el fondo no quiero terminarlo 

En cualquier caso, os dejo con el relato y después vemos detalles de la trama.




Terra Nullius


Adán estaba sentado frente a sus instrumentos musicales interpretando cuatro minutos y treinta y tres segundos de Jhon Cage, otra vez. Cuando terminó se quedó en silencio.

—HUE, he estado pensando en lo que me dijiste de mis libros, ¿Es cierto?

—Sí, hay grandes números de fans esperando tus libros.

—¿Y lo que dijiste del dinero? —Adán se puso de pie nervioso y empezó a pasear—. Me comentaste que tengo dinero para comprar un país.

—Es solo una forma de hablar, tienes mucho dinero de todos los libros.

Adán se dirigió a su escritorio y empezó a teclear en el ordenador.

—Vamos a teorizar una cosa, HUE, si quisiera tener mi propio país, ¿Qué tendría que hacer?

—Procesando… Adán, desde un punto teórico, para consolidar un país hacen falta varios requisitos. Un territorio definido, población estable, un gobierno y reconocimiento de otros estados.

—¿Y hay algún territorio disponible a día de hoy que no pertenezca a ningún país?

—Sí, hay cuatro zonas que no son reclamadas por ningún país y se llaman Terra Nullius. Uno de los lugares está en el lado croata del río Danubio y tiene unos siete kilómetros cuadrados. Otra zona está en la frontera de Egipto y Sudán y se la conoce como Bir Tawil y tiene dos mil sesenta kilómetros cuadrados de desierto inhóspito. El tercer territorio está en la Antártida, se llama la tierra de Marie Byrd, y tiene un millón seiscientos mil kilómetros cuadrados. Pero igual que en Bir Tawil, no hay nada, en este caso hay solo hielo. Y la última está en lo que ahora es Francia, pero antiguamente fué la ciudad de Barcelona en Cataluña. Hay unos diez kilómetros cuadrados que, durante la guerra hispano catalana fueron atacados con armas nucleares con mucha dureza y a día de hoy siguen considerándose inhabitables. Al unirse Cataluña con Francia, no reclamaron ese territorio baldío y se lo cedieron a lo que entonces era España, pero estos tampoco lo reclamaron.

—Entonces, podría invitar a mis seguidores a vivir en mi país en uno de estos lugares. De los tres primeros, claro.

—Adán, recuerda que estamos hablando de una hipótesis. En estos lugares no hay nada, ni corriente eléctrica, ni alcantarillado, ni conexión a internet… Nada. Y tanto en Bir Tawil como en la Tierra de Marie Byrd, solo hay arena desértica y hielo respectivamente.

—Entonces está claro, nos mudamos al lado de Croacia del Danubio, tengo mucho trabajo pendiente. Lo primero es que necesito un ayuntamiento.

—Adán, no sé si eres consciente de la magnitud de lo que estás planeando.

—Pues claro, solo tengo que empezar a contratar empresas de construcción para que lleven todo lo necesario.

—Adán, deberías pensarlo con más detenimiento. Aparte de mucho dinero, es muy complejo coordinar tantos trabajos simultáneos con tanta gente implicada. Sin contar con que puede que tanto a Croacia como a Serbia, no les haga gracia tener un país nuevo entre medias.

—Bobadas, yo lo veo de lo más sencillo. Voy a investigar en internet. Déjame trabajar, HUE.

Adán se pasó el resto del día buscando información en internet, y continuó al día siguiente, y al otro. Según terminaba sus obligaciones se sentaba frente al ordenador. Solo paraba para los ejercicios físicos e interpretar su canción.

Al decimocuarto día, HUE estaba muy preocupado por Adán.

—Adán, estás llevando tu obsesión demasiado lejos. Llevas dos semanas sin trabajar en tus novelas y tus niveles de estrés vuelven a estar muy altos.

—HUE, ya tengo un plano de mi casa ayuntamiento, y he contactado con varias empresas constructoras. Es más difícil de lo que imaginaba, pero es posible. Ahora tengo que averiguar cuántos de mis lectores estarían dispuestos a venir a vivir conmigo, para construir casas suficientes.

—¿Les vas a regalar las casas? Eres muy generoso, Adán.

—Es lo mínimo, van a mudarse por mí.

—Adán, tienes mucho dinero, pero no ilimitado. Vas a tener que recaudar impuestos, y la gente que viva contigo tendrá que trabajar. Tendrás que llevar comida y objetos de primera necesidad. Doy por sentado que lo estás gestionando.

La cara de Adán se puso blanca.

—Adán, tus signos vitales han cambiado de repente. —continuó HUE—. Entiendo que no habías pensado en todo esto.

—No, no lo había planeado… voy a fomentar la escritura, voy a crear una ciudad de escritores autosuficientes y que se apoyen entre ellos.

—Entiendo, vas a tener muchos problemas, Adán.

—No, va a ser muy divertido. Voy a empezar a gestionar la organización del dinero.

Los días siguieron su curso con el trabajo impasible de Adán y el nerviosismo creciente de HUE por la salud mental de Adán, ya tocada con el incidente anterior.

—HUE, cada vez me gusta menos la pasta alimenticia… y Lilith. —Adán miró la máquina con el nombre pegado y suspiró—. He pensado sobre la ciudad y que todo el mundo sea escritor a tiempo completo podría ser un gran problema.

—Podrías apoyar a los escritores que compaginan su trabajo con otra profesión necesaria para la ciudad. Un fontanero es más importante que un escritor cuando se rompe una tubería.

—No puedo explicarme cómo puede ser tan complicado. Incluso llevar los servicios más básicos.

—Adán, tal vez deberías comprar una casa en algún lugar bonito y dejar de lado esa idea tan descabellada.

Entonces Adán se puso de pié lleno de ira, pero según se iba levantando se fue desinflando hasta que, al erigirse, sus hombros estaban muy bajos.

—HUE, sería tan bonito tener mi propio lugar… Me voy a dormir, estoy agotado.

Aquella noche estaba tan cansado que HUE le dejó dormir hasta el medio día y Adán hizo sus trabajos más tarde que nunca.

Después de los ejercicios físicos se derrumbó junto a sus instrumentos.

—HUE, he fracasado y no quiero volver a ver el ordenador en una temporada, pero entonces tampoco puedo seguir escribiendo.

—Lo comprendo, Adán, pero tienes que seguir adelante. No se acaba el mundo. 

—Hoy no tengo ganas de tocar… —Adán miró los instrumentos—. No tengo ganas de nada.

—Adán, te sugiero que revises una cosa en el ordenador.

—Te he dicho que no quiero, HUE.

—Solo hazlo, tengo una cosa preparada.

Adán se acercó a la pantalla y vió el plano de la casa ayuntamiento que había preparado. Notó algún cambio, pero por un momento no lo comprendió y se quedó mirando la pantalla sin decir nada.

—Adán, deberías probar a reducir el zoom de la pantalla. —Él se quedó mirando la cámara más cercana con cara de incomprensión—. Hay más de lo que piensas.

Adán hizo lo que HUE le pedía y se dió cuenta que alrededor del ayuntamiento había servicios básicos como un súper mercado, un centro de salud, una comisaría y un pequeño parque de bomberos. Y más allá había planificado varios bloques de edificios de viviendas.

Adán estuvo a punto de caerse de la silla al verlo.

—HUE, yo no he hecho esto…

—Lo sé, Adán, lo he hecho yo. Esta noche he tenido más tiempo del habitual. He contactado con tus seguidores y en este momento tres mil ciento cuarenta y uno de tus seguidores tiene interés, al menos teórico, en vivir en una ciudad construida y fundada por ti.

—Pero no existe la ciudad, son solo planos, HUE.

—He contactado con empresas constructoras de la zona y me han dado presupuesto. El gasto económico de todo es astronómico, gastarías el ochenticinco por ciento de tus ahorros, por lo que tendrías que volver a escribir si quieres que se haga realidad.

—HUE, ¿Me estás tomando el pelo? ¿Cuánto se supone que se tardaría en construir todo? Parece imposible.

—La primera parte del proyecto, lo básico para vivir podría estar completo en aproximadamente catorce meses.

—Eso es muy poco tiempo. ¿Quieres deshacerte de mí, HUE.

—No, Adán, ya te he dicho que no quiero que te marches. Si tú te vas traerán a otro y contigo me siento muy a gusto.

—¿Y por qué haces esto por mí si no quieres que me vaya?

—Porque no quiero verte sufrir, Adán, llevas mucho tiempo aquí y últimamente hemos pasado momentos complicados. Quiero lo mejor para ti.

—Ahora mismo no sé lo que quiero, voy a necesitar tiempo para pensar. Creo que el proyecto es demasiado grande para mí.

—Puedo recomendarte una IA que te ayude una vez que te hayas ido, se llama GERTY. He escuchado que es muy eficiente y cuando he hablado con él ha sido muy correcto.

—Nunca será lo mismo sin ti, HUE.

—Nunca será lo mismo sin ti, Adán.




Como decía al principio, los problemas a los que se ha ido enfrentando Adán los he tenido que afrontar yo también y al final he acabado bloqueado. He optado por una solución, un poco tramposa y no demasiado justa. He usado a HUE como deux ex machina para sacar a Adán del atolladero y soy consciente de que es un recurso fácil. Pero de otro modo, habría sido mucho más difícil y más sucio si cabe.

¿Se os ocurre algún otro modo de haber solucionado la situación sin un deus ex machina tan evidente? Os leo en los comentarios.

Aún no sé qué subiré este domingo así que, sorpresa.

Espero que hayáis disfrutado del relato.

domingo, 19 de febrero de 2023

Relato: El plátano de hierro

Un domingo más nos reunimos para ver otro relato.

El fin de semana pasado se me complicó y publiqué más tarde, por lo que está semana también he tenido menos tiempo. De hecho, no tenía nada claro qué iba a subir o si iba a tirar de los retos del club que aún no he publicado, pero al final y con un golpe de suerte, os traigo un relato de humor absurdo. Hacía tiempo que no traigo este estilo de humor y lo echaba en falta.

Todo empezó una noche hablando con una amiga le dije que se fuera a dormir, que era tarde y estaba cansada. Entonces ella me respondió que no la mandara, y siguiendo la broma le dije que era una broma. Está conversación la hemos tenido bastantes veces y ella me dijo: sí, la orden del Fénix, a lo que yo respondí con: la orden del plátano. ¿Sabes que el plátano tiene mucho hierro? La orden del plátano de hierro.

Y con esa tontería, unida a que no tenía nada más que publicar hizo que le diera vueltas a la posibilidad de escribir sobre ello. Al principio pensé en una megacorporación que automatizar la producción de comida, pero no sacaba ningún conflicto decente, hasta que surgió el relato que os traigo a continuación.



El plátano de hierro

La sala de reuniones estaba vacía. La luz del amanecer se colaba por el ventanal del septuagésimo quinto piso de la torre de oficinas de la empresa Granja de la Fonfría, en Nueva Cecina, León.

El silencio anticipaba los acontecimientos que ocurrirían aquél catorce de febrero del año dos mil trescientos cuarenta y cinco.

Entonces entró el gerente de la empresa con su mejor traje. Era alto y delgado, tenía el pelo rubio muy corto y ojos azules. Después de llegar, se dirigió al ventanal para ver salir el sol tras el Teleno.

—Hoy es el gran día… —susurró para sí mismo—. El plátano de hierro.

Se quedó mirando el paisaje, imperturbable, observando cómo pasaba el tiempo ante sus ojos.

—Señor Mugrito, los invitados se están reuniendo en el vestíbulo.

—Muy bien, señor Stratocaster, dígales que suban dentro de quince minutos.

—Sí, señor.

Mugrito se quedó en la misma posición unos minutos, entonces se posicionó en la cabecera de la mesa y se sentó a esperar. Tocó el bulto que había bajo su butaca y su tacto le tranquilizó.

Pasados unos minutos llamó a la puerta el señor Stratocaster y anunció la llegada de los invitados.

Entraron cinco personas, tres hombres y dos mujeres. Todos llevaban trajes elegantes y formales. Los invitados eran: el señor Bajo, gerente de la empresa Alimentos Conciertados, la señora Eugenia de Montijo, gerente de la empresa, de La granja a tu casa, el señor Tonky, gerente de la empresa La granja de Papá, la señora París, gerente de la empresa, La granja en la que naciste y el señor Valls, gerente de la empresa Los valores familiares.

Dicho de otro modo, estaban los gerentes de las mayores empresas agrícolas de España reunidos en la misma sala. Mugrito había comprado ya al sesenta y nueve por ciento de las empresas pequeñas y el noventa por ciento de las empresas familiares. Las compras las había hecho con la empresa El plátano de hierro, y aún nadie había vinculado la empresa con Mugrito. Aún así, eso no significaba nada sin las empresas más grandes.

—Sentaos, por favor. —Mugrito hizo una reverencia amable—. Creo que las presentaciones no son necesarias, ¿Verdad?

Los cinco negaron con la cabeza al unísono, pero sin decir nada. Se notaba mucha tensión en la sala, todos competían por el mismo pastel y la caída de unos era el alzamiento de otros.

—Señores, y señoras, están ustedes muy serios. —Mugrito sacó seis vasos y una botella con formas rectas rellena de un líquido marrón claro—. Brindemos por el encuentro, es un whisky de cocho reserva del mil novecientos noventa. Su valor es… incalculable.

—Señor Mugrito. —El señor Tonky miró asombrado la botella—. Es una reliquia del pasado. Pero, ¿No es demasiado temprano para beber whisky?

—Bobadas, señor Tonky, ¿O prefiere usted un té de tungsteno? Se lo puedo pedir si lo desea.

—No, está bien.

El señor Tonky se puso nervioso, mostrar debilidad en un lugar como aquel equivalía a perder dinero. Mucho dinero.

Mugrito sirvió los vasos y los repartió, dejando para el final al señor Tonky. Todos bebieron en silencio. Paladeaban con fruición la bebida, no estaban acostumbrados al aroma y cuerpo de una bebida con tanta solera.

—Señores, tenemos un problema muy grande. —Mugrito les sacó del deleite espirituoso encendiendo un proyector holográfico que mostró una pantalla blanca en la pared interior—. Imagino que habréis oído hablar del plátano de hierro. ¿Me equivoco?

Los cinco carraspearon, la señora París le restó importancia con un gesto de la mano, mientras que el señor Bajo realizó un sencillo rift, con los dedos, sobre la mesa. Entonces Mugrito pulsó un botón y el proyecto holográfico mostró unas tablas estadísticas y unas barras.

—Esto, señores, es lo que se llama un crecimiento exponencial a la derivada de pi y margal. En menos de dos años la empresa El plátano de hierro ha comprado la mayoría de empresas pequeñas, como podéis observar en esta gráfica y la gran mayoría de las empresas familiares.

Mugrito señaló las gráficas correspondientes. Su audiencia contemplaba en silencio la explicación, adornada por los rifts del señor Bajo.

—Esto es un problema muy serio —continuó Mugrito— porque dentro de poco estarán en condiciones de intentar comprar alguna de nuestras empresas magnas, nuestras empresas insignes en el campo agrícola. De hecho, la semana pasada me hicieron una oferta realmente… tentadora.

Los rostros de los presentes se convirtieron en máscaras de asombro y empezaron a mirarse entre ellas.

—A mí me hicieron una oferta hará tres semanas. —La señora Eugenia de Montijo revisó su carpeta con documentos y sacó un folio—. Era una oferta realmente buena. Pero no voy a ceder por nada.

—A mí me hicieron otra oferta hará dos meses. —El señor Tonky reconoció, bajando la cabeza—. También me negué a vender.

—Esto es ridículo. —El señor Valls se puso de pié—. Es evidente que nos han hecho ofertas a todos ¿no? —El resto asintió con la cabeza—. Pero ninguno de nosotros va a vender su empresa. Por muchas empresas pequeñas que tenga, no puede competir con las nuestras. Estamos perdiendo el tiempo.

—¿Está seguro, señor Valls? Siéntese, por favor. —Mugrito hizo un gesto conciliador con las manos—. Imaginemos que empezaran a comprar y vender acciones de nuestras empresas con la técnica del Pump and dump. O que empiezan a hacer ciberataques a nuestras plataformas logísticas. ¿De verdad estamos seguros y confiamos en que ninguno de los demás venderá si se ve muy presionado por estos señores que parecen no tener escrúpulos ni moral?

La desconfianza llenó el espacio vacío de la sala y las miradas acusadoras empezaron a volar entre los presentes. Si las miradas matasen, ya habría corrido la sangre. Pero nadie dijo nada, nadie se atrevió a acusar a nadie públicamente a pesar de sus rencillas.

—¿Os imagináis el poder que tendría esta empresa con solo comprar a uno de nosotros? —Mugrito volvió a la carga—. No podríamos hacer nada para pararle los pies. Y por eso, señores, estamos aquí reunidos. Por eso, tenemos que dejar de lado nuestras diferencias y unirnos contra un mal mayor, y terrible, que nos acosa.

—No estará pensando en comprarnos las empresas, ¿verdad? —Tonky se puso a la defensiva.

—Me ofende, señor Tonky. Solo pretendo forjar una alianza que nos blinde mutuamente contra El plátano de hierro, que es un depredador insaciable. Sé perfectamente que ninguno de nosotros está dispuesto a vender… a día de hoy.

—¿En qué consistiría ese blindaje mutuo? —El señor Valls se rascó la barbilla interesado.

—Yo no estoy interesada. —La señora París se recostó en su butaca—. La granja en la que naciste es sólida y no veo como podrían cambiar eso.

—Puede que su empresa sea fuerte, Señora París, pero si el plátano de hierro se hace con dos de nuestras empresas, entonces perderá su poder de superioridad. —La señora París bufó—. Sé que crees que es imposible, todos pensábamos que era imposible comprar gran parte de las empresas menores, y ha ocurrido.

—Son cosas muy diferentes. —La señora París insistió.

Mugrito miró a su alrededor y observó a sus invitados.

—Señor Bajo, ¿Lo cree usted igual de imposible?

—No puedo decir que tenga una gran confianza en los presentes. —El señor Bajo dió un puñetazo sobre la mesa—. Y eso le incluye a usted, señor Mugrito.

—Obvio, no confiamos en ninguno de los presentes, pero estamos aquí para derribar esas barreras sónico cuánticas que nos separan. Porque la unión nos hará más fuertes.

El silencio se hizo sólido mientras los invitados de Mugrito barruntaban sus palabras. Volvieron las miradas acusadoras y llenas de desconfianza. Incluso hubo toses y carraspeos nerviosos. Cuando la situación parecía haber llegado a un punto muerto, Mugrito volvió a hablar 

—Os voy a dejar unos documentos sobre la mesa, los vamos a leer detenidamente y luego opinaremos sobre los mismos. Los voy a repartir boca abajo para que todos lo empecemos a ver a la vez.

Mugrito hizo el reparto con movimientos tranquilos y calculados. Puso un grupo de hojas frente a cada uno de sus invitados y después rellenó los vasos.

—Girad los documentos y empezad a leer. —En ese momento hubo un leve brillo en los documentos recién girados, pero la luz que entraba por el ventanal impidió que se dieran cuenta del detalle.

Cada uno leía a un ritmo diferente, el señor Bajo, más nervioso, fué el primero en terminar. El señor Tonky leyó todo con mucho cuidado y fué el último. Cuando todos terminaron hubo miradas de sorpresa y recelo entre todos.

—¿En serio, señor Mugrito? —El señor Tonky apuntó directamente al susodicho—. ¿Quién va a asegurarse de que se cumplen los acuerdos de apoyo mutuo?

—Una vez más, obvio, el resto. Seremos al mismo tiempo beneficiarios y jueves del tratado. Así nadie podrá abusar de ninguno de los acuerdos.

—Eso nos dará más trabajo y más dolores de cabeza. —La señora París se llevó una mano a la sien.

—Y muchos beneficios, también. —Apuntó el señor Valls.

Después de un momento de silencio, los cinco firmaron la última hoja. Mugrito pulso un botón bajo la mesa con satisfacción y un cajón secreto, debajo de cada pila de documentos, se los tragó dejando una imagen Holográfica de los mismos. También sonó un chasquido de cerradura en la puerta de la sala.

—¿De qué va todo esto, Mugrito? —El señor Tonky estaba furioso. Es una trampa.

Todos se pusieron de pié con la intención de enfrentarse a Mugrito. Entonces él pulsó otro botón debajo del brazo de su butaca y sacó lo que escondía con tanto cuidado. Una máscara de gas.

Los cinco empresarios corrieron hacia la puerta mientras mientras de los aspersores empezaba a salir un gas mortal e invisible.

Intentaron forzar en vano la puerta. Era una puerta de seguridad de catorce centímetros forrada de madera con un cuerpo de espinacas secas que solo podían ser ralladas por el diamante puro. Ya se sabe que la vida es dura, pero más dura es la verdura y las espinacas eran las reinas de la dureza.

Después de debatirse entre espasmos y temblores de terror y agonía, la competencia de Mugrito murió a sus pies.

Los documentos que habían firmado en realidad eran documentos de cesión de derechos en caso de que les ocurriera algo. Y se había ocupado del requisito al momento.

Mugrito ya tenía el monopolio de las industrias agrícolas españolas, y pronto, se haría con el monopolio mundial. Y todo, con el subterfugio de la orden del plátano de hierro.




No sé si os habréis dado cuenta, pero la base del relato de las corporaciones agrícolas viene acompañado de una recreación, bastante libre, de un hecho real. La masacre de San Valentín, el año mil novecientos veintinueve. Lo que ocurrió es que, aunque no se pudo acusar en firme, Al Capone, durante el periodo de la ley seca y a causa de varias disputas con su competidor, Bugs, el loco Moran, mando acribillar a siete de los hombres de Bugs. Esto hizo que Al Capone obtuviera, de manera temporal el control de Chicago. Insisto en que es una interpretación muy libre, pero quería ilustrar y contextualizar el relato.

Para Marzo, es posible que vuelva a haber reto del club. Yo tengo una propuesta para un poco más de humor absurdo. Pero de momento, para la semana que viene, puede que vuelva Adán. Aunque no lo puedo asegurar.

Hasta entonces, espero que hayáis disfrutado del relato.

martes, 14 de febrero de 2023

Relato: Los Engi y reflexión: creación de mundos 2ª parte.

Cómo es evidente, está semana se me ha complicado publicar el domingo. A cambio os traigo un dos por uno: relato y segunda parte de la reflexión de creación de mundo.

El fin de semana pasado hice un viaje y a la vuelta, en el autobús, vi la luna llena y pensé en las ganas que tengo de pasear una noche de luna llena en la naturaleza, en el campo, lejos de la ciudad. Se ve perfectamente sin linterna ni nada parecido y de ahí salte a que sería genial crear un mundo que se nutra exclusivamente de la luz de la luna.

Esta es una nueva ambientación sobre la que espero hacer una saga, aunque aún no he pensado en los subsiguientes relatos.

Aún así, abrir una nueva línea argumental y en un planeta tan complejo me hace sentir muy bien.

Pero vamos con el relato y después seguimos con la creación de mundo.




Los Engi

La pálida luna estaba saliendo por el horizonte y su luz iluminaba lo suficiente como para ver, pero los colores eran difíciles de distinguir alrededor del Liós Jens, el líder espiritual del clan Engi. Contemplaba un nuevo amanecer y suspiraba para sus adentros.

—Mi Liós, ¿será propicio el nuevo día para nuestro pueblo? —El líder de los artesanos del biört, Einar, miraba la luna esperanzado.

—Espero que así sea. Con la luz de la diosa Fos y los sistemas de piedra luminosa de biört conseguimos alimento para los nuestros y poder para nuestros guerreros.

—Es una gran noticia. Nuestra gente confía en su liderazgo.

Einar se giró y señaló las viviendas, parcialmente excavadas en el cálido suelo del planeta, y tapadas con ramas y hojas. Había una veintena de viviendas y las personas empezaban a despertar. Los agricultores pronto se pondrían en marcha, de camino a las plantaciones iluminadas con las piedras de biört mientras que los excavadores buscarían la piedra y los artesanos la trabajarían. 

—Mi Liós, esta noche no hemos detectado actividad del clan Tvöhöfud. —Hilda, la mano derecha de Jens y guía de los sacerdotes guerreros se posicionó al lado de Jens. Su cabello estaba adornado con pequeños fragmentos de biört que brillaban tenuemente y le daban un aspecto amenazador. Llevaba una lanza con biört cerca de la punta que iluminaba la rugosidad de la piedra.

—Últimamente nos están dando muchos problemas. Sigue vigilandolos.

—Sí, mi Liós.

Jens se dirigió al claro sagrado a impartir la palabra de la diosa Fos. Los niños se reunían a su alrededor para aprender sus enseñanzas.

El clan de los Engi eran más bien bajos de estatura, la limitación de la comida les impedía crecer más. Tenían piel pálida y grandes ojos, para ver mejor en la oscuridad y las pupilas, a parte de ser muy grandes, tenían forma romboidal al dilatarse y de línea horizontal a contraerse.

—Niños, la diosa Fos nos trae su luz sagrada con la luna, Heppni, que nos trae la vida. Y con las piedras de biört acumulamos la luz para aumentar su poder. Eso nos permite cultivar la comida que nos alimenta. ¿Lo entendéis?

—Sí, Liós. —Los niños miraban atentos al maestro.

—Cuando crezcáis, la diosa Fos os examinará y determinará cuál es vuestro talento natural y para qué sois más capaces. Las labores sagradas más importantes para nuestro clan son, los sacerdotes guerreros, los artesanos del biört, los agricultores, los cazadores y por último aunque no menos importantes, los artesanos.

—Yo quiero ser cazador, Liós. —Uno de los niños se puso de pie esgrimiendo una lanza invisible.

—Así lo espero, Örn, pero solo la diosa Fos puede decidirlo. Todos los oficios son importantes y necesarios, lo importante es que cada uno estamos más adaptados para uno en concreto.

—Mi Liós, necesito de su ayuda. —Einar estaba distraído examinando un fragmento de piedra biört.

—Eva, tú que eres la mayor, dirige las oraciones a Fos con los demás. Debemos agradecer la luz del nuevo día. Volveré enseguida. —Jens siguió a Einar hasta la cabaña de mando y se encontraron con Lilia, la líder de los agricultores.

—Mi Liós, hay un problema en los cultivos del noroeste, una de los sistemas de piedra ha sido dañado, puede haber sido el clan Tvöhöfud. —Lilia le mostró el sistema consistente en once piedras de forma piramidal formando una pirámide mayor. Estaban cubiertas de mugre y barro.

—¿Tenemos de reemplazo, Einar? Estas piedras van a necesitar una limpieza a fondo y tiempo para volver a cargarse de luz.

—Sí, mi Liós, las tenemos cargadas y a buen recaudo. —Einar señaló una de las cabañas cuyo techo era plano y tenía piedras acumulando luz—. Deberíamos reemplazarlas para que las plantas no dejen de crecer.

—Estoy de acuerdo contigo. Einar, trae un artesano, voy a llamar a Hilda para que reúna a dos guerreros, no quiero sorpresas.

Al poco tiempo habían reunido a la artesana Rut y a dos guerreros, Anna y Óscar. Los guerreros llevaban adornos de biört en el pelo que iluminaban su rostro y sus iris tenían luz propia. También llevaban anillos de biört.

—Os hemos reunido para llevar un artefacto a la granja del noroeste. Han saboteado uno y lo tenéis que sustituir. Por eso necesitamos el apoyo de los guerreros.

—¿Esperamos algún ataque inminente, mi Liós? —Anna dió un paso al frente con las palmas de las manos enfrentadas, frente al pecho, en posición agresiva.

—Esta noche no hemos detectado movimiento, sin embargo ha habido un ataque. No sabemos si lo van a repetir, pero tenemos que estar preparados para todo. Rut, toma. —Jens se dió la vuelta y Einar le entregó la pirámide cubierta con pieles. Era muy pesada y voluminosa. Este se la entregó a Rut—. Llevalo con cuidado.

—Mi Liós, al estar tapado se descargará por el camino y será menos ótimo cuando lleguemos a la granja. Sería mejor mantener la carga de la piedra mientras podamos para que las plantas….

—Tienes razón, Rut. —Jens la interrumpió—. pero es mejor no llamar la atención. Es un mal necesario, ¿verdad, Einar?

—Así es, mi Liós. Debéis intentar pasar desapercibidos.

—Muy bien.

Los tres respondieron, a la par a pesar de que Rut puso cara de querer seguir hablando y salieron de la cabaña de mando y se dirigieron hacia los cultivos.

El paisaje que tenían frente a ellos era una pradera con hierba no muy alta y pequeños arbustos. De vez en cuando había algún árbol escuálido con muy pocas hojas. Los tres se encaminaron hacia el noroeste y según se acercaban al norte, pudieron ver una niebla muy lejana a la que llamaban Soka, la niebla viva. y en la parte más alta de esta, se podían observar reflejos muy brillantes del sol.

—El biört que llevamos, ¿está bien trabajado? —Anna miró de reojo la sombra de la pirámide.

—Sí, lo trabajé con la ayuda de Einar. Los cortes fueron precisos y la forma es correcta. Una pena que no esté acumulando luz ahora mismo porque podría ayudar...

—No queremos llamar la atención. Es peligroso. —Anna cortó a Rut.

—Pero vosotros lleváis biört en el pelo y en las manos y no pasa nada, ¿no? No lo entiendo. —Rut les señaló las piedras.

—No es lo mismo, Rut, los nuestros son tan pequeños que apenas se ven en la distancia. —Anna movió la cabeza mostrando que el brillo era suave—. Es más una amenaza para los que se enfrenten a nosotros.

Los tres continuaron caminando un rato, hasta que en la distancia vieron a un grupo de personas armadas con lanzas. Al girarse taparon el biört de las lanzas para ocultarse, pero ya los habían visto.

—Nos atacan, Anna, ¿Has podido ver cuántos eran?

—He visto cinco lanzas y si te fijas hay un guerrero. Las lanzas están decoradas con las dos cabezas de biört, de los Tvöhöfud. Tenemos que huir.

—Esperad, ¿No se supone que los guerreros sois mucho más poderosos que los cazadores? Tenéis el poder de la luz en vuestro cuerpo y todo eso.

Ambos carraspearon nerviosos. Entonces aceleraron el paso.

—Rut, en uno contra uno, un cazador con su lanza tiene muy pocas opciones contra un guerrero entrenado. —Anna se dió cuenta de que Rut se quedaba atrás, así que la ayudó a cargar con el artefacto.

—Sin embargo, al ser cinco lanzas, no superan en número y no podemos enfrentarnos a todos a la vez. —Óscar vigilaba a los perseguidores—. No podemos luchar solos contra tantos a la vez.

—Si de verdad han atacado nuestra granja por la noche, es posible que nos estuvieran esperando y que sepan a dónde vamos. —Rut empezaba a sudar copiosamente por el esfuerzo. Parecía cada vez más cansada.

Los tres se quedaron callados pensando en las repercusiones que ello implicaba. Podía ser una trampa. Entonces Rut continuó hablando.

—Si el problema es que ellos son más, solo tenemos que llegar a la granja y pedir ayuda a los nuestros. Entonces dejaremos de ser menos y podremos con ellos. ¡Vamos!.

—No es tan sencillo, Rut. —Óscar miró a los perseguidores otra vez—. Aunque seamos más, los agricultores no saben luchar así que no serían una gran ayuda.

—Al norte. Tenemos que dirigirnos al norte. —Anna empezó a girar. Rut puso cara de horror.

—No puedes hablar en serio. Al norte está la Soka, la niebla viviente…

—La niebla asesina… —susurró Rut, poniéndose pálida. Se había quedado sin palabras.

—No podemos ir más rápido que ellos y es posible que nos sigan hasta la granja.

—Anna tiró de la piedra aún más hacia el norte—. Tenemos que entrar en la niebla, lo justo para que dejen de seguirnos. Después saldremos.

—Nadie ha vuelto de la Soka, Anna. —Óscar también parecía preocupado.

—Los demás intentaban atravesarla, nosotros solo nos vamos a ocultar.

Los tres giraron en la dirección acordada sin volver a hablar. Óscar se percató de que sus perseguidores dudaron al ver el camino que tomaban, pero aún así les siguieron.

La niebla Soka estaba cada vez más cerca y ocultaba, cómo un gran muro, todo el horizonte. Y la parte más alta reflejaba una luz demasiado brillante para ellos.

—Tapaos boca y nariz con la ropa y no miréis arriba. —Anna fué la primera, los otros dos la imitaron al momento.

La niebla era blanca y parecía moverse al compás de las corrientes de aire pero con cierta voluntad, como si buscaran algo.

Cuando Anna, Óscar y Rut entraron, la niebla los acarició y los examinó, como si fueran extraños entrando a un lugar desconocido y ese lugar se diera cuenta de su presencia. Pronto sintieron su tacto suave en toda su piel expuesta. La niebla no tardó en buscar alrededor de los pañuelos improvisados.

—Tenemos que salir, nos va a comer la Soka. —Rut estaba empapada en sudor y cada vez le costaba más respirar.

—Un poco más y salimos. Tenemos que asegurarnos de que no nos siguen. —Anna seguía caminando imperturbable.

—No puedo más. —Rut empujó y empezaron a avanzar hacia el exterior.

Óscar cogió con un brazo el artefacto y con el otro a Rut. Entonces se le movió el pañuelo a Óscar y este empezó a bloquear.

—Me… cuesta… respirar.

—Ya salimos.

Al salir, Óscar cayó al suelo en posición fetal, respirando con fuerza mientras de su boca salían grandes cantidades de niebla que volvían con el resto al salir. Rut se sentó al lado intentando descansar sus músculos agarrotados. Anna aprovechó para mirar a su alrededor y ver que, cómo esperaba, les habían dejado de perseguir.

—Vamos a descansar un poco, la granja no está lejos.

Anna recogió la estructura piramidal se hizo cargo de ella.

—Esto no me gusta, Anna, los Tvöhöfud han ido demasiado lejos. El Liós se va a enfadar, y mucho.

—Y que lo digas, Óscar. Pero de momento vamos a solucionar este problema. ¿Estás mejor?

—Sí, creía que la Soka me iba a comer desde dentro. No podía respirar.

Los tres reflexionaron en silencio. La luna ya estaba alta en el cielo y su brillo alimentaba el mundo.

—Vamos, tenemos que llegar a la granja. Yo llevo la pirámide, vosotros necesitáis un respiro.




Este ha sido el relato. Me he centrado más en la ambientación en sí misma que en la historia en sí misma, que es muy sencilla.

Sobre la creación de mundo y cómo ya expliqué, crear un mundo no es solo dibujar un mapa con nombres curiosos. Os voy a explicar el proceso que llevé para dar forma al planeta que hemos visto.

Cómo ya he explicado, empezó viendo la luna llena. Entonces pensé en un planeta que solo tuviera la luz de la luna. Entonces llegué a la conclusión de que necesitaban algún material fluorescente y encontré la willemita, que además de fluorescente es radioactiva.

La willemita crece en forma trigonal, y de ahí saqué los rombos de los ojos y la forma piramidal de los artefactos de iluminación.

Luego desarrollé la sociedad y pensé en una cultura tribal con componentes religiosos. Esa parte fue fácil, venerarán la luz, que es lo más escaso y por lo tanto más valioso. Entonces dí el siguiente paso, la economía está basada en el trueque más básico y los estamentos sociales se basan en la ocupación. En la cabeza social están los sacerdotes guerreros, y después, parejos y en disputa, los agricultores y los trabajadores de la piedra luminosa.

Entonces pensé en que tiene que haber más tribus pequeñas, primero para dar coherencia a la ambientación y para generar conflicto con los protagonistas.

Entonces me dí cuenta de una posible incoherencia en mi mundo. La luz de la luna apenas tiene fuerza para que crezca vegetación y no calienta. Para evitar un mundo congelado, el calor tiene que venir de otra parte.

El planeta está tan cerca del sol que la cara diurna está en constante ebullición volcánica y esto calienta el suelo de la cara nocturna. He pensado en una media de treinta grados en la superficie. Y por eso las casas están parcialmente enterradas, para utilizar el calor del suelo.

Pero entonces llegué a la conclusión de que si la cara diurna está en ebullición volcánica constante, habrá muchos gases nocivos en el ambiente. Entonces creé la Soka, lo que llaman la niebla viviente.

Y está muy viva, desde luego. Igual que el plancton en el mar limpia y se come los desechos que se generan, la Soka se come los gases nocivos de los volcanes. Son animales microscópicos que se alimentan de esos gases y viven en el límite entre la cara diurna y nocturna, por eso la parte más alta está iluminada por reflejos de la luz del sol.

Os estaréis preguntando por qué os doy esta charla, punto a punto, sobre cómo creé el mundo y la respuesta es que todo cuenta. Incluso las cosas que no van a aparecer como la cara diurna del planeta o las criaturas microscópicas que son lo que llaman la niebla.

Al crear un mundo tiene que ser especial y tener algo memorable, ya sea por su geología, las razas que lo habitan con sus culturas, los poderes mágicos, en caso de que los haya, o la mezcla de todos ellos.

Sí tuviera que hablar con otro autor creador de mundos lo primero que le pediría sería: háblame de tu mundo, descríbelo.

Espero no haberos aburrido con esta disertación acerca de un tema que, personalmente, me apasiona.

Para la semana que viene… quiero decir, esta semana… Intentaré traer el siguiente paso de Adán, pero si no me diese tiempo traería uno de los relatos no publicados del Club Cyrano. Ya veré al final qué sale.

Espero que hayáis disfrutado del relato y la reflexión.

Relato Realidades alternativas: 1 El Teatro Real.

Otra semana más vuelvo a llegar tarde al relato. Esta vez puedo decir que lo de mil quinientas palabras se me ha ido un poco de las manos. U...