domingo, 13 de noviembre de 2022

Reto Elige tu reto 11/2020

El reto del club Cyrano de noviembre del 2020 era este:
Tu club de escritura - Club de escritura Cyrano
Consistía en elegir algún reto anterior y escribirlo, si como era mi caso no había participado, o si los compañeros habían participado, podían repetir. Yo elegí este reto para este mes:
Un único escenario - Febrero 2019 | Club de escritura Cyrano
Este reto consistía en que el protagonista tenía que vivir una historia sin moverse del lugar en el que se encuentra. Yo ya estaba creando mi mundo de fantasía y tenía un boceto (y sigue siéndolo) sobre la historia de un enano que viaja por el mundo y en una parte de su viaje se quedaba aislado en unas islas por la lluvia incesante. Entonces me quedé con esa parte de la historia y escribí este relato. Dejé de lado el tema de los enanos, humanos y demás para que fuera todo más claro, pero en esencia, es eso. Espero algún día en el futuro retomar ese trabajo porque mi raza favorita son los enanos y el protagonista, Örn, me gusta mucho. Puede que sea el siguiente proyecto cuando corrija “Huixtle, la conciliadora”.
Pero volviendo al relato. Me centré en esa isla, la ambientación es oscura y fría porque la lluvia es incesante y no les permite continuar su viaje. Esto deprime a Örn que nunca a estado fuera de su montaña durante la estación de lluvias. A ver qué os parece el resultado.



Lluvia

Llevo cincuenta días atrapado en Kean, la isla es grande, pero con la persistente lluvia no salgo mucho de los barracones que nos proporcionaron a los comerciantes. Los suministros empiezan a escasear y no quiero pensar lo que vamos a comer durante el trayecto a nuestro destino.

Hay goteras por muchas zonas, por lo que la humedad es nuestra incómoda acompañante que no nos abandona ni siquiera en sueños. Todos los días son grises y oscuros por las nubes, por lo que la única luz que tenemos aquí dentro es de las velas y una hoguera. Y para colmo la comida no es mucho mejor. Al principio teníamos suministros y podíamos comprar a los lugareños, pero con el tiempo las reservas se van agotando y la gente que vive aquí está acostumbrada a que, durante la temporada de lluvias, tienen que apañarse con lo que tienen, pero yo nunca había probado unas gachas tan aguadas e insípidas y el rassol sabe tan salado que me provoca arcadas. Pero lo peor es la bebida, el Aeldi, sabe a pescado podrido muy salado. Por lo menos tiene alcohol y eso ayuda a sobrellevar los largos días sin poder hacer nada en este edificio viejo e incómodo que huele a rancio y a humedad.

Lo que daría yo por una cerveza púrpura de mi tierra, con su picante y su sabor amargo.

Aún quedan aproximadamente veintisiete días para que acabe la temporada de lluvias y podamos volver a navegar, pero lo veo tan lejano... Me ha dado tiempo a pensar en demasiadas cosas y darme cuenta de todo lo que echo de menos.

Ahora no parece tan mala la idea de trabajar en la forja con mi padre, resguardados en la montaña, con todo lo que una persona pueda desear. También echo mucho de menos a Feimni, ella me animó a salir y conocer mundo; a ser trovador. Siempre me decía que me iba a ir genial. Claro que ella nunca ha salido de nuestra tierra natal así que dudo que sepa cómo son las islas o cómo es el gran continente.

Yo espero conocerlo, pero empiezo a dudar de si hice bien en marcharme y dejar todo atrás por mi orgulloso sueño de conocer las demás culturas que hay al otro lado del mar. ¿De verdad ser trovador y aprender la historia del resto del mundo vale perder todo lo demás…?

—Örn, siéntate con nosotros al lado del fuego y charlamos. Últimamente estás muy serio. —El bueno de Yrsa, el jefe de los comerciantes y capitán del barco, intenta animarme. Él ya ha estado un par de veces en esta situación y dice que sabe cómo superarlo—. Toma una jarra de kumis, no tiene tanto alcohol como el Aeldi pero sin duda sabe mucho mejor.

—Te acepto esa jarra, tengo sed, pero a este paso te vas a quedar sin suministros que vender. ¿Por qué nos los das a nosotros?

—Mejor llegar sin suministros a no llegar. Todos necesitamos distraernos cuando no podemos hacer nada más. Ven al lado del fuego y entra en calor.

Alrededor del fuego están Frigg, Ýr, Páll y Björk. Estaban bebiendo kumis todos juntos. Parecían alegres a pesar de la situación.

—A ver, dejad un hueco a nuestro tripulante y si no habla le podéis dar una patada de mi parte. —La sonrisa del capitán va contagiándose a los marineros e Ýr me mira, con su melena suelta, y sus labios pintados. Está muy guapa.

—Últimamente estoy durmiendo mal, no paro de pensar en todo lo que he dejado atrás, mi familia y mis amigos. —A pesar de que no tenía ganas de hablar, me sentí mejor después de decirlo.

—Todos dejamos muchas cosas atrás en nuestra tierra, pero cuando pase esto y lleguemos a la selva lo verás con otros ojos. —Björk era el más mayor del grupo y tenía ese aura de sabiduría que se adquiere con la experiencia y la edad—. Te prometo que no has visto nada parecido en tu vida. No puedes dar dos pasos sin pisar una planta o un bicho o a ambos a la vez—. Su risa sincera me tranquilizó un poco.

—No le hagas caso, Örn, hay calzadas bien grandes para que la gente y las caravanas puedan moverse con facilidad. —Páll es el que siempre tiene algo que decir, parece una enciclopedia con patas. Sabe de todo lo que se puede saber hasta los detalles más pequeños—. Es cierto que fuera de los caminos la vegetación es muy espesa, pero Björk es muy exagerado.

—Bueno, bueno, cuando lleguemos lo podrás juzgar tú mismo, Örn.

La conversación continuó hasta entrada la noche, pero yo participé poco en ella. Me animó un poco el Kumis y charlar, pero los demonios volvieron cuando me tumbé en mi montón de paja... húmedo por supuesto y el silencio, sólo roto por las gotas de agua, me acosó toda la noche.

Cuando conseguí dormir las pesadillas me acosaron. Soñé con mi padre de espaldas con su jarra de cerveza sentado en una silla del taller; Yo intentaba hablar con él, pero él se negaba a responder, así que no me atrevía a acercarme por no enfadarle más. Al mismo tiempo, mi madre me miraba apoyada en el filo de la puerta, pero también se negaba a hablar conmigo. Me sentía tan sólo y tan vacío... Y esa sensación no me abandonó al despertar.

Cada día era peor que el anterior, como la arenilla que se acumula en el filtro del agua, que poco a poco va juntándose y acaba por atascar el sistema hasta romperlo.

Puede que me esté rompiendo, puede que esté perdiendo el rumbo, aquí, encerrado, castigado por mi estupidez y mi arrogancia.

El dios Aart estaría decepcionado conmigo si viera cómo estoy perdiendo el juicio por no poder continuar con el viaje... Si tan sólo no se hubiera roto el timón del barco, ahora estaríamos en esa selva de la que tanto hablan, en una casa con un tejado decente, fruta y buen vino, pero a lo mejor es eso, esto es un castigo por escapar de casa.

El día sesenta y tres fue un día especialmente desastroso. En mitad de la noche empezó a caerme agua encima, así que tuve que mover el montón de paja pero ya estábamos los dos mojados por lo que apenas pude dormir a causa del frío.

Ese día lo recuerdo muy vagamente, creo que estuve dando cabezadas todo el tiempo y ni siquiera el fuego o el alcohol consiguieron sacarme el frío del cuerpo.
Cuanto más tiempo sin sol en el cielo, hace más frío, y aún quedan cerca de catorce días de lluvia.

Mientras estaba sentado frente al fuego, Yrsa me echó su manta por encima.

—Parece que tienes frío, a ver si entras en calor. El frío es malo para la mente, te hace pensar cosas malas. Bebe un poco de Aeldi, sé que aún no te has hecho a su sabor, pero te va a ayudar a entrar en calor. —La jarra había estado cerca del fuego así que la bebida estaba tibia… Increíblemente, estaba aún más asqueroso que de costumbre pero es verdad que me ayudó a templar el cuerpo un poco.

Es curioso cómo viviendo dentro de una montaña apenas hay luz, sólo la que dan las setas bioluminiscentes, y no me causa ninguna molestia; pero aquí, al aire libre, con el viento soplando, las nubes grises me causan desasosiego y pesar. A lo mejor es por la humedad o por no querer salir fuera. La isla la conocí antes de que empezara a llover y no hay nada para mí fuera de estas cuatro paredes. Es un pueblo pesquero muy humilde que se beneficia del comercio cuando van de un sitio a otro, pero no tienen mucho más.

Nunca he tenido tantas ganas de volver a ver el sol y sentir el calor en mi piel.

El día setenta y cinco es el principio del fin de una pesadilla. Aún hay viento, sigue lloviendo a ratos, pero empieza a haber claros que dejan pasar los dulces rayos del sol, calentándolo todo con su luz sanadora. La temporada de lluvias toca a su fin.

Veo a los marineros empezar a preparar el barco para zarpar tan rápido como los vientos remitan definitivamente y yo empiezo a soñar con el vino, la fruta fresca y la música de los habitantes de la selva, que dicen que es muy rara y no acompaña a los cantares. Tocan música sin palabras.
Salgo a la puerta del barracón y siento el calor en mi piel. No puedo evitar echarme a llorar con la satisfacción de poder volver a ver el sol una vez más después de tanto tiempo.

Ese sol sanador me empieza a curar las heridas del frío y la humedad que me ha producido el encierro prolongado. Ahora entiendo que algunos, en el gran continente, veneren al sol como a un dios y lo llamen Ilaga.




Este fue mi segundo reto para el club y se nota. Las correcciones que me hicieron fueron muchas más de las que necesito ahora. Por suerte, Marta, mi actual profesora de escritura, me valoró el relato y me ayudó mucho a mejorar.

Este relato fue muy importante para mí porque saqué a relucir una pequeña parte del mundo que estaba, y aún estoy creando. Al ser el segundo reto en el que participaba aún estaba indeciso y las valoraciones de los compañeros me ayudaron mucho. Yo quería escribir, pero no tenía claro si valía de verdad la pena. Aún tengo mucho que aprender y mejorar. Estoy muy lejos de ser un gran escritor, pero sé que poco a poco voy a ir afianzando mis conocimientos y con la ayuda del club voy a poder mejorar cada mes un poco más.

Precisamente por eso doy crédito al club cada vez que subo un post.

Espero que si alguien tiene dudas sobre si quiere empezar a escribir, se plantee unirse a nosotros en los retos y que cada vez más podamos ayudarnos mutuamente y aprender juntos.

Espero que hayáis disfrutado del relato.

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