domingo, 20 de noviembre de 2022

Reto Un relato salvaje 09/22


 El reto del club cyrano de septiembre del 2022 era este:

Un relato salvaje - reto de agosto - Club de escritura Cyrano

Consistía en elegir un animal y que fuera el protagonista de la historia y para diferenciarlo del otro reto, que también era de un animal, en este caso la historia tenía que girar totalmente alrededor del animal. Nada de contar una historia de humanos desde el punto de vista de un animal.

Pero a parte del reto, quiero hacer una reflexión sobre la dificultad. Podría hacer dos post y tener más contenido, sí, pero incluso aquí me lo estoy poniendo más difícil y a eso voy.

En los retos del club te ponen una restricción o condición para el reto y últimamente me lo estoy complicando más de lo que ya lo ponen las chicas del club. No hay una competición, ni hay puntuaciones, lo hago así porque me apetece y porque al final sí que estoy compitiendo, pero conmigo mismo. Quiero aprender algo nuevo con cada reto y quedarme en lo que llaman la zona de confort no me va a ayudar a crecer. Por eso intento variar los géneros, para no estancarme en la fantasía.

Respecto a este reto, los retos que valoré de los compañeros me gustaron mucho, pero uno era un gatito recién nacido, un lobo con elementos fantásticos y un perro. Yo he elegido otro tipo de animal. Pero no quiero adelantar acontecimientos, prefiero que lo leáis y después lo comentamos.




Solo quería vivir


Desde que tengo memoria siempre había estado en esta estrecha cueva, con sus corrientes de agua. El agua de la vida que tanto me la daba como me la podía quitar. Siempre había vivido aquí, sola. Pero en realidad no era del todo cierto. No siempre había sido así.

Lo primero que sentí fue cuando estaba flotando en un lugar más espacioso, pero el agua me escocía la piel. Por suerte mi cuerpo resistió lo suficiente como para salir de aquel lugar tan desagradable e ir a un lugar más cómodo. Buceé en ese líquido que me debilitaba y para huir de ella, busqué en el fondo del lugar hasta que di con un hueco cerrado, pero que se podía forzar. Fue un proceso lento, pero al final se abrió un pasaje estrecho por el que pude escapar y refugiarme de ese mal tan terrible. Y así llegué a la cueva en la que he vivido desde entonces.

Cuando llegué, me pareció muy amplia, pero porque yo era mucho más pequeña. Lo primero que hice fue agarrarme a una de las paredes para evitar que la corriente, que pasaba intermitente, me arrastrara a un lugar mucho peor o una muerte asegurada. Pero también lo hice porque sabía que de esa pared podía obtener los nutrientes que necesitaba para vivir y crecer, así que hice de este lugar mi hogar y aquí crecí. No era mucho más grande que mi propio cuerpo, pero era un lugar tranquilo y yo era muy feliz con tan poco. No quería nada más.

Mi cuerpo era alargado y plano, a partir de mi cabeza iba creciendo en pequeñas etapas, cuando una crecía lo suficiente nacía otra que ocupaba su lugar y así iba creciendo poco a poco en un proceso lento, pero constante. Ya había crecido tanto que no podía ver el final de mi cuerpo, este se extendía a lo largo de la cueva y esta era retorcida y estaba llena de giros y recovecos con lo que parecía muy corta, pero en realidad era mucho más larga que yo. De hecho, desconocía el tamaño real de la misma. Pero no tenía intención de recorrerla para averiguarlo.

Cuando me hice adulta solo necesitaba seguir alimentándome para criar huevos y soltarlos en la corriente. Estos se esparcirían por el mundo al salir más allá de los límites de esta cueva. Así, algún día esos huevos encontrarían su propio hogar en el que vivir y crecer como había hecho yo. Una vida muy tranquila y pacífica absorbiendo los nutrientes de la cueva sin molestar a nadie, eso es lo único que deseaba para mí y para mi descendencia.

Pero hacía un tiempo que mi vida había perdido toda su tranquilidad, entre los alimentos que absorbía empezó a llegar a mi cuerpo un terrible veneno, uno que intentaba acabar conmigo desde dentro.

Al principio no entendí lo que ocurría. En un momento dado empecé a sentirme muy mal, me dolía todo el cuerpo, cada etapa de mi cuerpo ardía y perdí muchos tramos hasta entender que algo iba realmente mal. Sentí náuseas, escalofríos e incluso estuve a punto de soltarme de la pared de la cueva. Pero me mantuve firme, tenía que cuidar de mi futura descendencia, así que intenté diferenciar lo que absorbía, el veneno de los nutrientes de los que me alimentaba.

No fue nada fácil, no lo había hecho nunca, siempre había tomado todo y todo era bueno, así que empecé a coger solo uno de los nutrientes y cuando notaba que no me hacía daño tomaba otro más, y así uno a uno.

Durante un tiempo mi crecimiento fue mucho más lento y los nuevos tramos nacían más débiles por la falta de alimento. La carencia me hacía sentir muy floja y sin energía, todo me costaba mucho más y me sentía triste por no poder seguir criando mi descendencia. ¿Hay algo más bonito que crear vida y darle la oportunidad de crecer y vivir feliz?

Al superar ese momento tan terrible de hambre y debilidad, fui consciente de que nunca había valorado cuando había estado sana. Solo aprendí a valorarlo cuando enfermé y estuve a punto de morir. Fue cuando empecé a darme cuenta de lo grande que era el milagro de la vida, lo importante que era agradecer el momento y lo importante que era traer nueva vida a este mundo despiadado, pero precioso.

Por eso mismo, cada tramo que dejaba ir lleno de huevos con las nuevas generaciones era un regalo tan grande que siempre recordaría.

—Doctor, ¿Qué dicen los análisis? Me siento muy cansada otra vez. —Estaba tan delgada que parecía que era todo piel y huevos. Su pelo largo y oscuro no tenía ningún brillo y sus ojos estaban desvaídos.

—Según las analíticas hubo una mejoría importante después de tomar el antibiótico. —El doctor suspiró y miró a la paciente a los ojos—. Al parecer la tenia intestinal es resistente a los medicamentos. Vamos a tener que cambiar el tratamiento, pero ya verá como pronto se va a sentir mejor.

—Muchas gracias Doctor, yo…




Este ha sido el relato que escribí. Como he dicho al principio me puse complicado el reto. Los compañeros escribieron acerca de animales más comunes y cercanos, pero quise jugar precisamente con eso.

Me explico, el relato se empeña en hacernos empatizar con el animal, que a pesar de que lo describo, no nombro lo que es. Le doy características muy humanas al buscar la felicidad, el amor y la descendencia por encima de todo. Y cuando enferma, cuando se da cuenta de la importancia de la salud, que damos muchas veces por hecha, y cuando nos ponemos malos nos damos cuenta de lo importante que es. Y es entonces cuando, en un punto y aparte, muestro que en realidad hemos estado empatizando con una solitaria, con una tenia intestinal, un parásito muy dañino para el ser humano. Pero sus motivaciones eran buenas ¿no?

Me gustó mucho escribir este relato porque juega con las espectativas y al final, espero, deja sin palabras al lector por los sentimientos encontrados que provoca.

Podría haber escrito sobre un perro, pero quise salirme de lo común y hacer algo diferente y creo que lo hice.

De hecho, creo que es el relato más rompedor que he escrito para el club

Un último aporte, un buen amigo, Daniel Piniella, con la colaboración de Iberica Libros y la asociación Océanos de tinta han abierto una convocatoria para un concurso de relato que se llama “Pesadilla antes de navidad” con el objetivo de lanzar una antología de quince relatos de terror.

Yo quiero participar y ya tengo bastante avanzado el texto.

No sé si les cuadrará porque no soy muy ducho en el tema de terror, pero voy a presentarme. Como adelanto, estoy ampliando el mundo de Nueva Eva. Ya lo he traído al blog en dos ocasiones.

Tengo escrito otro reto sobre ese universo y el de este mes, que aún no está corregido, también así que dentro de poco volveremos a ese universo. Ya sea porque acabe apareciendo en la antología o no, espero traer al blog esta historia, que será más larga de lo habitual, pero que dará aún más contexto a la historia de Adán.

PD: Este relato me ha recordado que sigo siendo el señor del, pero. En un relato relativamente corto he puesto diecisiete peros. Es una coletilla que utilizo demasiado y debería revisar cada vez que escriba para no pasarme. Pero como lo hice así, quería mantenerlo y no cambiar el texto original demasiado.

Espero que hayáis disfrutado del relato.

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