Para este fin de semana he usado lo que llamo la hemeroteca personal. Es decir, voy a publicar uno de los retos del club que no he llegado a subir al club. Estas últimas semanas han sido más raras y me está costando más llegar.
El reto del club cyrano de junio del 2022 era este: https://clubdeescrituracyrano.com/desde-otro-punto/
Y en este caso el reto pedía que el protagonista estuviera privado de alguno de los sentidos más básicos, para poder dar otro punto de vista al relato. Es un esfuerzo consciente escribir sin usar un sentido concreto y eso incluye la decisión del mismo sentido que no va a poder utilizar el protagonista. Yo, por esas fechas, me propuse ponerme aún más difíciles los retos, por eso de ser retos y me propuse que a mi protagonista no le faltara un sentido, sino dos. Y ya que estaba metido en harina, ¿por qué no hacer humor absurdo? Fijaos bien en cómo explica las cosas el narrador protagonista, es importante.
Alas protectoras
Yo soy Bruce, el líder del dojo de los murciélagos. Nosotros siempre hemos protegido al emperador gran murciélago blanco de cualquier amenaza, con nuestras alas y nuestros colmillos. Y si soy el líder, ha sido gracias a una vida entera de trabajo duro y constancia porque a pesar de ser un murciélago como el que más, soy sordo. Aunque es necesario matizar que puedo escuchar un poco por el oído izquierdo. Por eso los tortazos siempre me vienen de la derecha.
Todos os habréis preguntado alguna vez, ¿no sois ciegos todos los murciélagos? Y es cierto, pero yo, además, soy casi sordo. Esto había propiciado que sintiera las cosas a mi alrededor por las ligeras fluctuaciones del aire al batir mis alas. Sigo teniendo accidentes, pero ya son muy pocos.
En la historia que os voy a relatar no soy el protagonista, sino todo el dojo.
Nos habían avisado de un posible ataque al emperador por parte de los malvados búhos sindicalistas. Ellos acosaban al emperador para que diese más libertad a los esclavos, pero el emperador no estaba dispuesto a ceder. Los esclavos son lo que mantiene a flote la industria del guano y nos convierte en una potencia económica e industrial de primera categoría.
Por eso mismo una mañana, muy temprano, las lechuzas atacaron la cueva palacio del emperador, pero ahí estábamos nosotros para detenerlos. Los defensores del gran murciélago blanco.
La primera alarma sonó bien entrada la mañana, yo desperté de un sueño profundo, me comí corriendo un par de moscas que tenía en la despensa y me lancé a volar en defensa del emperador. Mi batir de alas era grácil, como un baile aéreo lleno de florituras, pero uno de los alumnos se tropezó conmigo y tuve que echarle la bronca.
Cuando llegué al campo de batalla todo era un caos, parecía que luchaban sin coordinación así que empecé a dar órdenes de combate y después me lancé a morder todos los búhos a los que daba caza.
Mis colmillos se convirtieron en el terror y la desesperación de mis enemigos. El batir de mis alas se convertía en un huracán desbocado. Según atravesaba la zona escuchaba exclamaciones de terror de búhos y murciélagos por igual y sentía que cada mordisco mío expulsaba un poco más a los agresores. Mis alas acariciaron sus miedos y mis colmillos devoraron sus almas durante horas de combate interminable. Largas horas en las que, con mi atrofiado sentido del oído y las fluctuaciones de aire, conseguí derribar cientos de búhos, algunos con la piel dura como la roca, otros con alas tan finas y membranosas como las hojas.
Al pasar de las horas, cada vez se escuchaban menos gritos y más lejanos, una señal inequívoca de que estábamos derrotando a nuestros enemigos y expulsándolos hasta que en un momento dado mordí al búho más grande y terrorífico que haya sentido jamás. Su olor era espantoso y por lo que sintieron mis alas calculé que podía ser al menos cien veces más grande que yo. Y para colmo cuando le ataqué pude escuchar su atronador grito de guerra. Recordad que soy casi sordo y lo escuché como un bramido terrible.
Su grito se asemejaba a un "¡MUUUUU!" que me hizo perder el sentido. Esto, junto con el agotamiento de la batalla me derribaron y acabé perdido hasta que unos alumnos me rescataron.
Me contaron que la batalla había sido un éxito, como siempre, gracias a mi heroica intervención y me devolvieron al dojo donde pude descansar.
Fue una batalla terrible, pero con mi mando y mi pericia pude salvar al emperador, otra vez.
Espero que hayáis aprendido lo que significa valor, fuerza de voluntad y respeto gracias a este humilde murciélago casi sordo que solo quiere seguir enseñando el arte del samurái en el dojo. Aceptamos alumnos todo el año.
Lo primero que tengo que decir, es que me aclararon dos detalles muy importantes sobre los murciélagos. El primero es que la ecolocalización no se basa solo en el sonido sino que podría eco localizarse incluso siendo sordo ya que es más parecido a nuestro sentido del equilibrio. Y lo segundo es que en realidad no son ciegos, hay murciélagos que ven en blanco y negro y otros a color pero con menos definición, así que no son ciegos.
Por otro lado, imagino que os habréis dado cuenta, he utilizado lo que se llama un narrador poco fiable. Bruce, en su ignorancia, cuenta muchas verdades a medias, pensando que está librando una gran batalla mientras ataca a enemigos, amigos y la propia montaña a la par. Cuando dice que la batalla se va terminando porque cada vez hay menos ruido, es él que se está marchando y alejando de la misma. En general he mezclado muchas cosas en una coctelera y las he agitado hasta que han dado este relato, pero es el primero con este tipo de narrador que además, he intentado unir con mucha sutileza, para que sea el lector el que lo deduzca sin que se lo explique el propio texto a las claras.
Es decir, he intentado que sea el lector el que se sienta muy inteligente al entender lo que está pasando en realidad a pesar del narrador que cuenta lo que cree que está pasando.
En cualquier caso, espero que hayáis disfrutado del relato.
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