El reto del club cyrano de diciembre del 2020 era este: https://clubdeescrituracyrano.com/maquina-infernal/
El reto consistía en elegir de manera aleatoria una máquina y un problema asociado y construir el relato alrededor de esto. A mí me tocó un walkie-talkie que no funciona. No daba para mucho así que acabé tirando de humor absurdo. Estoy enamorado del humor absurdo desde que en el instituto leí "la cantante calva" de Eugène Ionesco. Iré subiendo más retos de este género, pero este es el primero que escribí para el club.
Recomendación: No busques explicación a lo que ocurre, déjate llevar y sorprender por los acontecimientos y disfruta del momento (del relato). Si intentas buscar lógica en el absurdo, ello te conducirá a la locura como el conocimiento a los personajes de las mitos de "Cthulu" de H. P. Lovecraft.
Sin más, ahí va el relato.
Un paseo por la sierra
Me llamo Garcillán y todo ocurrió el día que fui a la bola del mundo o también conocido como el alto de las guarramillas, en la sierra de Madrid, con mi buen amigo Paco. Íbamos de camino a la maliciosa. Aún era temprano y no hacía mucho calor para estar ya a mediados de junio, el día estaba soleado. Un día perfecto para un paseo y volver a casa a la hora de comer.
Nos habíamos llevado unos viejos Walkie-Talkies porque hacía mucho que no los usabamos y nos apetecía hacer el tonto con ellos. ¿Qué podía pasar en la sierra?
—Mira eso, es el ventisquero de la condesa, ahí empieza el Manzanares. —Paco señaló una hendidura seca en la cara de la montaña por donde se intuía que en algún momento había un arroyo creado por la nieve, pero que ahora estaba totalmente seco—. Tío, voy a ver si encuentro un sitio para plantar un buen majano. Voy a descomer.
—Vale tío, pero luego quiero una foto, ¿eh?
—Tío, para mí eso es guarro. —Y Paco se fue buscando un sitio tranquilo. Yo esperé un buen rato a que volviera mirando al ventisquero hasta que escuche pasos cerca.
Pero no era Paco, eran tres desconocidos con turbantes y un acento muy fuerte. Pero lo que más me asustó es que llevaban rifles de asalto y tenían cara de perro rabioso.
Yo cogí mi querido Walkie-Talkie pero no se encendía, probé a pulsar más fuerte los botones pero no hizo nada. Mierda, las pilas eran nuevas y yo sin poder pedir ayuda a nadie.
—A ver, tú, idiota, danos todo lo que tengas. —Me apuntaron con sus armas—. Danos tu cartera, tus llaves, tu ropa, tus botas y tu motocicl… oye ¿has venido en coche o en moto?
—He venido en el coche de un amigo, os lo doy todo pero por favor, no me hagáis daño. —Entonces el atracador que estaba más lejos empezó a disparar al cielo, imagino que para darme miedo, y os aseguro que lo consiguió. Hizo mucho ruido.
Tanto que entre el sonido de los disparos, y que estábamos tan concentrados los cuatro en los menesteres que nos ocupaban, es decir, el atraco a mano armada que nadie se dio cuenta que se aproximaba un oso pardo enorme y cuando los amables y armados atracadores se dieron cuenta fue demasiado tarde. El oso los tumbó con facilidad por la espalda, no estuve seguro si los dejó inconscientes o los mandó al otro barrio, pero tenía cosas más importantes en las que pensar: Por ejemplo, evitar que me hiciera lo mismo a mí y empecé a retroceder muy lentamente.
Volví a intentar pedir ayuda con mi Walkie-Talkie pero sin resultado, seguía sin encenderse…
—Osito bueno, osito majo, con ellos te vas a quedar muy lleno, ¿por qué no te vas al caraj…? —El oso se acercaba despacio pero con una determinación feroz, sus ojos me miraban con un odio que quemaba el aire a su alrededor y las huellas que dejaba parecían las del caballo de Atila, por donde pisaba no volvería a crecer la hierba.
Sentí como iba apretando con más fuerza mi Walkie-Talkie, como un amuleto de la suerte… que no funcionaba. Cuando estaba a apenas un metro de distancia de la adorable criatura, una piedra enorme cayó del cielo y le golpeó en la cabeza dejando K.O. a la pobre bestia: con el estómago vacío y con una brecha enorme en la cocorota.
Entonces miré al cielo y vi un objeto volador no identificado… o más bien un cacharro metálico no más grande que un monovolumen flotando sin explicación alguna. De repente, una luz me cegó y lo siguiente que ví fue a dos figuras de color lila con un cuerno arcoiris en la frente y algo que parecía una pantalla de televisor antiguo en la nuca. Bueno, eso y el enorme oso en el que estaba tumbado.
Los seres empezaron a gesticular y decir cosas, pero no les entendía. Me miraban y se rascaban la cabeza hasta que uno sacó una especie de sonda con una ventosa al final.
—No, mi culo no, ¿encima con ventosa? ¿Qué juegos sucios y perversos hacéis con eso? Yo no quiero, no me gustan las cincuenta sombras de Grey ese ni nada parecido. —Entonces, el que tenía el aparato me lo plantó en la frente y la ventosa lo mantuvo en su sitio a pesar de que estaba temblando de pies a cabeza.
—A ver idiota. ¿Dónde quieres que te dejemos? nosotros solo queremos el Ursus Arctos. Te hemos recogido por accidente.
—No vais a hacer experimentos científicos conmigo, ni sondas anales ni nada de eso que sale en las películas americanas, ¿verdad?
—Este tío es imbécil. —Dijo el otro ser—. Somos furtivos, solo queremos al bicho enorme y su piel.
En ese momento ví cuadros en las “paredes” de casas con pieles de osos en suelos, paredes y techos. Casas futuristas, metálicas y por algún motivo repletas de pieles de animales.
Volví a coger el Walkie-Talkie y miré a ver si estaban mal puestas las pilas, pero estaban bien. Aún así no quería encenderse. Los seres me miraban con impaciencia.
—Te hemos preguntado que dónde quieres que te dejemos, humano. —El que parecía ser el conductor miró una pantalla que tenía delante y se puso nervioso muy deprisa—. Mierda, el seprona intergaláctico, tenemos que irnos.
Noté un fuerte acelerón que casi me manda al fondo de la estúpidamente pequeña nave y yo seguía intentando pedir ayuda con mi… tesoro…
Digo mi Walkie-Talkie... Al principio parecía que estaban ganando ventaja y de alguna manera sentía que no estábamos alejando pero al final empecé a sentir sacudidas muy fuertes en el aparato y cada vez íbamos más deprisa. Primero escuché una explosión cercana y sentí que estábamos cayendo hasta que llegó el gran golpe. Durante la caída me sentí como en el parque de atracciones, pero mal… por eso de morir y tal.
Llegó a mi un golpe muy fuerte pero amortiguado por mi amigo peludo acompañado de un ruido ensordecedor y de repente bajó el telón y solo pude ver oscuridad. Mi último pensamiento fue ¿de verdad voy a morir aquí abrazado a un oso?
Cuando la consciencia volvió a mi, la luz y el ruido me abrumaron. Estaba en una habitación blanca, muy iluminada y ví a un señor mayor también vestido de blanco que me miraba. Empezó a hablar pero apenas entendía lo que me estaba diciendo.
—Por fin … Pedro… ayudarte… mejor…
—Ay Dios, ¿de verdad eres San Pedro? Te prometo que rezaba todos los días y esas cosas que hacen los cristianos. —intenté levantarme para salir corriendo—. No, aún me quedan muchas cosas que hacer, aún soy joven. —Él me sujetó por los hombros impidiendo que me moviera y entonces me puso una luz en un ojo y después en el otro. Esperó un poco y volvió a hablar. Empecé a ver máquinas en la habitación, cables y unos tubos que iban a mi brazo. Esta vez sí que pude entenderle.
—Tranquilo, no soy San Pedro, soy doctor, y me llamo Pedro. Estás en el hospital y todo va a salir bien. Te encontraron con síntomas de hipotermia en la sierra. ¿estás bien?
—Yo… sí, creo que sí… Intenté pedir ayuda con mi Walkie-Talkie pero no funcionaba, no se quería encender… no entiendo nada —Me puse a llorar, más por la confusión de no entender que había pasado. ¿Y los hombres armados, el oso, los seres espaciales lilas?
—Ya, el Walkie-Talkie… ¿y no se te ocurrió usar el teléfono móvil? La juventud de hoy en día está cada vez más atontada. Joder.
Bueno, este fue el relato. Es una serie de escenas encadenadas a mayores en un in crescendo a la locura más absoluta. Todas las ocurrencias que se me fueron viniendo a la cabeza metidas en una batidora y mezcladas.
Antes de terminar quería pedir un favor. El humor en general es muy personal y el humor absurdo más, si cabe. Por eso siempre me quedo con la duda de si estaré escribiendo un humor absurdo decente. A quién le apetezca, le agradecería que me ponga en comentarios los chistes o giros que más le ha gustado y los que menos. Me puede ayudar mucho a afinar el humor absurdo que tanto me gusta.
Espero que hayáis disfrutado del relato.
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