El reto del club cyrano de febrero del 2022 era este:
https://clubdeescrituracyrano.com/amor-prohibido/
En este reto las condiciónen son que tiene que ser amor real, no una atracción o algo meramente físico. Y una vez existe ese amor que sea prohibido, que tenga consecuencias para los implicados.
Yo no soy lector del género de romántica y a pesar de que agradezco y aprecio una relación bien construida, yo no me siento preparado para hacerlo. No tengo las bases para algo así.
Sin embargo una compañera del club escribe este género y por lo que tengo entendido es muy buena. Los relatos que son suyos me han gustado mucho, se llama Caridad Bernal.
Pero vamos al grano, que me pierdo. Explicaba esto porque por segunda vez en mi historia en el club volví al género del humor absurdo. Esta vez el formato no es de eventos que se superponen hasta llegar al delirio como el reto anterior. En este reto he hecho que los personajes sean imposibles, creando una atmósfera de desconcierto y confusión desde el principio. O eso pretendo. Os dejo con el texto y lo comentamos después.
El amor es agridulce
—Ay, José Rodolfo, nuestro amor es imposible, debes darte por vencido.
—No me digas eso, María Esmeralda Francisca, sabes que te amo más allá de lo que se puede comprender por el alma humana.
—Pero José Rodolfo, sabes que estoy casada con…
No pude más y apagué la televisión, las telenovelas cada vez son peores. Miré a mis nietos que estaban jugando con sus cacharros modernos y pensé enseñarles algo que solo un cascarrabias, como yo, puede contarles.
—Niños, venid aquí, pequeño Taladro, pequeña Papaya, el abuelo os quiere contar una cosa.
—Sí, abuelo Tortuga —dijeron a la vez y vinieron corriendo.
—Cada vez es peor lo que ponen en televisión así que os voy a contar una historia de amor trágico que me contaron cuando era joven, como vosotros.
Al pequeño Taladro le gustaban mucho mis historias y empezó a girar la broca de alegría.
—Os voy a contar la historia de Vinagre de arroz y la Miel silvestre.
—Abuelo Tortuga, ¿Tiene un final bonito? —A la pequeña Papaya le encantaban los finales felices y dulces, como ella.
—No, es un final muy feo y muy triste, pero no te voy a contar el final, tienes que escuchar la historia entera.
La pequeña Papaya miró al suelo, pero no dijo nada más, mientras que el pequeño Taladro estaba expectante.
La historia comienza cuando una botella de Vinagre de arroz muy estirado viajó a otra ciudad por trabajo. El vinagre de arroz vendía neumáticos usados al por mayor así que alquilaba un trailer muy grande para transportarlo. Cuando llegó a la ciudad, fue directamente al mercado para dejar la mercancía, pero al llegar se dio cuenta que tenía dos encargos.
Eso era inusual, normalmente solo llevaba un envío grande, pero esta vez tenía un paquete de cuatro neumáticos para una pequeña empresa de paquetería.
—Abuelo, ¿Yo puedo equiparme un neumático? —El pequeño Taladro no terminaba de entender cuál era su función en la vida.
—No, hijo, solo los vehículos motorizados de manera interna o externa pueden llevarlo. —Me di cuenta que no había entendido nada—. No puedes, pequeño. Pero puedes ponerte un montón de brocas muy chulas.
A ver, por dónde iba… ¡A, sí! Cuando el Vinagre de arroz estaba descargando se le acercó un precioso tarro de Miel silvestre muy humilde, de barro, pero llevaba una tela de color rosa cubriéndole la tapa con delicadeza y un cordel de color naranja le mantenía la tela ajustada.
—Buenas tardes señor, vengo a por los cuatros neumáticos, el pedido está a nombre de la empresa Almanzor.
—¿La empresa Almanzor? no la conozco. —La pequeña Papaya me miró confusa.
—Es una empresa con el logo de una sonrisa. Es normal que no la conozcas aún.
En cualquier caso, fue en ese mismo momento cuando Vinagre de arroz quedó prendado de la bella Miel silvestre, pero era tan profesional y estirado que no le dijo nada. También era un poco amargo y ácido, pero esa era otra cuestión.
—Sí, espera que te traiga el pedido. —Fue al trailer y sacó el paquete— Aquí lo tienes.
La Miel silvestre, tan humilde y sencilla, se dio cuenta de lo fuerte que era Vinagre de Arroz al llevar los cuatro enormes neumáticos sin esfuerzo. También se fijó en la fina filigrana que tenía en el cuello de la botella con un elaborado exquisito.
—Sé que es mucho pedir, pero ¿me podría ayudar a llevar el paquete? en mi bicicleta de carbón no entra.
—Deberías conseguir una bicicleta solar, es más ecológica y ahorrarás a largo plazo en carbón. —Le dijo Vinagre de arroz con un ligero reproche—. Pero sí, te ayudo porque no tengo ningún otro pedido hasta dentro de unas horas.
Por el camino al almacén estuvieron hablando y la bella Miel silvestre le agradeció su ayuda con mucha dulzura. Los dos caminaban por una calle muy poco transitada de un polígono industrial cuando la bella Miel silvestre tropezó con una galamperna que no había visto y se apoyó en Vinagre de arroz para no caer.
—¡Uy, que torpe soy! Discúlpame. —Se enderezó y miró todo el contorno de la botella sin perder detalle—. Oye, qué fuerte y caballeroso eres.
—Gracias, no es nada. —El Vinagre de arroz respondió, en su línea, amargo, pero reculó—. Tú eres muy dulce.
Vinagre de arroz se ruborizó, se le puso el tapón rojo como un tomate. La bella Miel silvestre le miró con alegría en los ojos.
—Puedo ser muy dulce, muy amable, pero a veces me dicen que soy un poco empalagosa. —En ese momento se sonrojó la bella Miel silvestre y el cordel pasó del naranja a un rojo claro.
Por un rato continuaron hablando de sus respectivos trabajos y de la vida, y parecía que se iban a llevar muy bien. Incluso cuando llegaron al almacén y dejaron el paquete se quedaron hablando un rato.
—Mi trabajo me obliga a viajar mucho, repartiendo neumáticos de aquí para allá. —Explicaba Vinagre de arroz mientras se encendía un cigarrillo—. Eso hace que me sea muy difícil tener amigos.
—Yo tengo muchos amigos. —La bella Miel sacó pecho— Voy repartiendo paquetes por la ciudad y la gente dice que soy muy dulce. No es el trabajo con el que soñé de niña, eso es cierto. Cuando aún era un montón de Miel en un precioso panal de abejas soñaba con ver mundo y viajar. Ahora viajo, pero dentro de la ciudad.
—Si quieres viajar, ven conmigo, viajemos juntos. —La decisión de Vinagre de arroz sorprendió a la Bella Miel silvestre—. Mi camión no es muy lujoso, pero podemos vivir en la carretera y viajar muy lejos.
—No sé qué decir, me encantaría poder viajar a tu lado, eres tan guapo, tan fuerte y…
En ese momento Vinagre de arroz se lanzó y le dio un beso apasionado a la bella Miel silvestre. Fue un momento lleno de pasión, pero la magia se rompió en un instante.
—Puaj, qué asco —Mis dos nietos me miraron con cara de susto.
—Ya veremos cuando seáis mayores ja, ja, ja.
Entonces los dos se separaron con cara de horror y tristeza. Por un momento no dijeron nada hasta que por fin la bella Miel habló.
—Eso es muy raro, me gustas mucho, pero cuando me has besado no me ha gustado nada, eres tan amargo y tan ácido que… no me ha gustado.
—Yo he sentido lo mismo, tu dulzura empalagosa me ha causado un rechazo inmenso. —A Vinagre de arroz se le escapó una lágrima— Parece que somos incompatibles. He de irme, tengo que seguir con las entregas de neumáticos.
—Ha sido un placer, que todo te vaya bien.
Y así, el amargo Vinagre de arroz y la bella y dulce Miel silvestre se dieron cuenta de que eran incompatibles y nunca podrían estar juntos. Algún dios caprichoso había prohibido su amor.
—Abuelo Tortuga, no me ha gustado nada tu historia —La pequeña Papaya lloraba semillas, ella hubiera preferido un final feliz.
—Abuelo Tortuga, hay una cosa que no comprendo, ¿por qué son incompatibles Vinagre de arroz y Miel? ¿Qué dios les prohibió su amor? —Taladro siempre quería saberlo todo.
—Pues hijo, porque el sabor amargo y el sabor dulce no pegan, el sabor sería horrible. Y no sé qué dios podría querer un sabor tan malo. Qué mal gusto.
Taladro puso cara de disgusto y me miró muy serio.
—Pero abuelo, precisamente la salsa agridulce se usa mucho en la cocina asiática en platos tan conocidos como el cerdo agridulce. —Entonces hizo girar la broca de manera intermitente con enfado.
—¿Comida asiática?¿Cerdo agridulce?¿Eso qué es?
—Hombre abuelo tortuga, los que viven en Asia, chinos, coreanos, japoneses…
—Ya claro, esas cosas no existen. Ya de paso que lo coman también las hadas del bosque que son muy amigas de los unicornios y los elfos. Qué cosas os enseñan a la juventud… Asiáticos…
Lo más reseñable es que me gustó la idea de que el reto fuera un relato dentro del propio texto, hay un narrador, en este caso el abuelo tortuga que se lo cuenta a sus nietos.
Este hace que haya más personajes, lo que no siempre es bueno, pero al ser tan diferentes y estar tan delimitado el relato del abuelo del reto, no pienso que cree confusión.
Sin embargo si espero crear confusión con los personajes que son indistintamente animales, como en las fábulas, frutas o herramientas.
Yo diría que el chiste que para mí fue más delirante y con el que más me reí fue con la conversación de la bicicleta de carbón y la solar.
Al igual que en el primer relato de humor absurdo que subí al blog me gustaría volver a pedir el mismo favor. El humor en general es muy personal y el humor absurdo más, si cabe. Por eso siempre me quedo con la duda de si estaré escribiendo un humor absurdo decente. Por eso agradecería mucho que me ayudarais diciéndome en los comentarios los chistes que más y que menos os han gustado para que pueda seguir mejorando y creciendo en este género que tanto me gusta pero que no conozco tanto como otros.
Espero que hayáis disfrutado del relato.
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