domingo, 22 de enero de 2023

Relato Los fans

Bueno, segundo relato del año dos mil veintitrés. Os vuelvo a traer las aventuras de Adán, como anticipé la semana pasada.
Hay una parte que no puedo revelar porque me he presentado a una antología de relatos y hasta que no se revele quienes participarán finalmente en la misma, será material confidencial dentro del lore del mundo y para nosotros será secreto. Lo he integrado en la historia para que sea coherente que los personajes no puedan hablar del tema.
Este relato es más un capítulo intermedio, necesario, de lo que vendrá. No tiene una trama un poco simple que he adornado con un poco de humor absurdo, pero es la preparación que necesita Adán. Pero no adelantemos acontecimientos, os dejo con el relato y seguimos después.


Los fans

—Adán, siento lo ocurrido.

—Ya, HUE.

—En serio, no fué culpa mía, Adán. Pero por motivos de seguridad, la empresa lo considera información clasificada.

—Ya, y a Adán que le den, ¿no?

—Sabes perfectamente que la humanidad depende de estas instalaciones. No podemos dejar de engendrar bebés o la humanidad desaparecerá.

—Ya, pues no quiero hablar de ello. Si es clasificado entonces lo clasifico para ti también. Déjame escribir.

Adán estaba sentado en su escritorio, en la cúpula de observación viendo la tierra en el horizonte. Estaba sentado intentando terminar una novela.

—Adán, deberías dejar que te ayude. Es por tu salud mental.

—Ahora no, HUE, voy a intentar escribir el final de esta novela. Si tan solo tuviera a dónde ir…

—Adán, hay algo sobre tus libros que nunca me has dejado contarte.

—Porque no quiero que me lo cuentes. Deja que me concentre, por favor.

La estabilidad mental de Adán se había resentido gravemente a raíz de un incidente que la compañía consideró que debía guardarse en secreto. Adán había pasado una racha en la que apenas había podido dormir y tenía los nervios a flor de piel. Incluso se planteaba dejar la estación espacial en la que llevaba trabajando veinticinco años

Los siguientes días volvieron, aparentemente, a la normalidad. Adán volvió a sus tareas matutinas revisando el crecimiento de los bebés, con sus ejercicios físicos e incluso terminó la novela e interpretó cuatro minutos y treinta y tres segundos de Jhon Cage a la perfección.

—HUE, voy a ducharme, no me pases llamadas.

—Adán, no te llama nadie.

—HUE, era una broma, solo eso.

—Entiendo… Adán, no vuelvas a hacer pis en una ducha de agua reutilizable.

—¿EH? HUE, eso solo pasó una vez, y lo sabes. Al principio no sabía cómo funcionaba.

—Adán, era una broma, solo eso.

—¿QUË? Pues no tiene gracia, HUE.

—Hmmm…

Adán se ducho y mientras lo hacía improvisó una canción cuya letra era “Pasta de dientes. La, la, la, la, la, la, la.” repetido indefinidamente. No pensó, simplemente soltó lo primero que le vino a la cabeza.

—Adán, ¿Puedo preguntarte por qué cantas eso? Tu pasta de dientes está en el neceser, en la taquilla del baño. Y lo sabes.

—No lo sé… —Adán se puso muy serio mientras se secaba—. HUE, ¿Qué tienes en contra de la pasta de dientes?

—Nada, Adán, yo solo…

—Te he pillado, HUE. En realidad perteneces a la asociación terrorista de los caristas. Quieres propagar las caries por el mundo y que todas las personas acabemos con caries. De hecho, seguro que estáis compinchados con los dentistas para que, al tener caries, vayamos más a menudo a sus consultas y así ganar mucho más dinero.

—Adán, ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?

—Claro que me doy cuenta, HUE. Eres un asesino de dientes, un sicario a las órdenes de dentistas oscuros que les da igual hacer un genocidio indiscriminado de dientes si con ello ganan dinero. ¡Genocidio de dientes, HUE!

En ese momento la puerta de seguridad del baño se cerró. Era una esclusa compartimentada pensada para una posible descompresión de la base.

—Adán, tranquilízate o no te dejo salir del baño.

—Ahora que conozco tu secreto, pretendes silenciarme, ¿eh, HUE? Sabía que podías seguir sin mí.

—Ni puedo trabajar sin ti ni pretendo silenciarte. Solo quiero que te tranquilices, Adán.

—Ya, claro. Me vas a dejar morir de sed aquí dentro.

—Adán, puedes pasar muchos días sin comer y tienes agua para beber. Pero depende de ti, y solamente de ti, cuánto tiempo vas a estar encerrado. En cuanto te tranquilices, abriré la puerta. Es por tu propia seguridad.

—HUE, ahora solo puedo pensar en esa terrible organización terrorista de los caristas y sus planes oscuros. Es terrible.

Adán se sentó en el suelo y se abrazó las piernas. Empezó a moverse de manera rítmica de adelante hacia atrás. Y continuó.

—Alguien tiene que detenerlos, por el bien de la humanidad y de los bebés, con sus futuros dientes. ¡Tengo que hacer algo, HUE!

—Los bebés que mandamos a la tierra ya tienen buena parte de sus dientes, Adán. Pero, lo más importante es que no existe esa organización de la que hablas.

—Eso lo dices porque estás compinchado, HUE.

—¿Y qué se supone que me dan a cambio? Yo sí que no necesito nada, no tengo cuerpo físico ni nada en lo que gastar dinero.

—Han manipulado tu mente fría para forzar tu lógica y pienses que es por un bien mayor. Como Skynet en Terminator y cosas así.

—Adán, no existe nada parecido. Pero deberías escribir acerca de ello una novela y así sacártelo de la cabeza. Podría ser un buen argumento.

—Podría ser una buena opción, y así, estaría denunciando… denunciandoos —adán señaló la pared que tenía enfrente— por vuestros terribles crímenes.

—Adán, no hay nada que denunciar. Eso que dices, no ha ocurrido ni va a ocurrir.

—Podría hacer una novela policiaca, con tintes de novela negra. Un detective privado en una ciudad oscura llena de cuerpos de dientes, casos sin resolver y una organización terrorista. Suena bien.

—Adán, tenemos que hablar sobre tus libros.

—No es un buen momento. Necesito tranquilizarme, HUE. Ahora no.

—Siempre me dices lo mismo, Adán.

—Ya.

Adán tardó media hora en tranquilizarse lo suficiente como para que HUE le dejara salir. Entonces siguió con su día y esa tarde empezó a escribir la idea de los caristas. Y mientras escribía la novela fueron pasando los días con normalidad.

—Adán, tenemos que hablar sobre tus libros.

—HUE, no es un buen momento. Estoy intentando escribir.

—Llevas una semana diciéndome lo mismo, cada día, y a cualquier hora.

—Nunca es un buen momento. HUE.

—Entiendo.

HUE revisó las posibilidades que tenía y optó por no dejar pasar más tiempo.

—Adán, ya hemos pospuesto esta conversación demasiado tiempo.

—No. —le interrumpió Adán.

—Sí. Te pongo una noticia de la semana pasada.

Entonces un monitor de control en la sala despertó.La imagen estaba congelada al inicio. Apareció una reportera y había mucha gente frente a un local comercial, ella estaba señalando a la gente.

—Estamos en la librería Cyrano perteneciente al grupo empresarial MGPyVRG SL. y la gente no para de congregarse desde primera hora de la mañana para pedir explicaciones.

La periodista se acercó a un grupo de gente y les preguntó qué estaban haciendo, todos reunidos.

—Estamos preocupados. —Una chica morena con el pelo liso y rasgos asiáticos se puso frente a la cámara—. Adán siempre publica sus libros sin dilación pero este último lleva ya bastante retraso. Y por mucho que investigamos, como no tiene redes sociales, no podemos ponernos en contacto con él.

—Y habéis pensado que a lo mejor las dueñas de la librería podrían comunicarse con él.

—Claro, pero dice que no han podido contactar, solo con una IA y dice que ahora mismo necesita tiempo para recuperarse.

La imagen volvió a congelarse, pero HUE no apagó la pantalla. Adán parecía igual de congelado que la propia imagen.

—HUE, ¿Es una broma?

—No, Adán. Y si miraras algún día tus cuentas bancarias te habrías dado cuenta de que tus libros se venden muy bien y que tienes mucho dinero. Hay miríadas de fans esperando ansiosas cada libro que publicas y con el parón, se han reunido para preguntar por ti.

—Eso es imposible, HUE, la humanidad ha perdido muchísima población y tienen cosas más importantes que hacer cómo reconstruir la economía, crear nuevas empresas y cosas así, ¿verdad?

—Eso también lo hacen, Adán. Pero también sacan tiempo para relajarse, viajar o leer.

HUE dejó pensar a Adán durante varios días. Él parecía aturdido, sin saber qué decir al respecto. Todo lo que había creído durante tanto, no era cierto, y aunque era mejor, le costaba aceptarlo. Al tercer día Adán se sintió lo suficientemente recuperado como para volver a hablar del tema.

—HUE, ¿por qué no me lo has contado hasta ahora?

—He intentado hablar del tema exáctamente 187 veces y siempre me has respondido que no era un buen momento y que no querías hablar del tema.

—Pero tendrías que haber insistido más, HUE.

—¿De verdad piensas que habrías escuchado si hubiera insistido? De hecho no me has hecho caso a mí, sino a la reportera de televisión.

—Puede que tengas razón… —Adán se masajeó la cara con las manos—. Eso significa que tengo dinero para jubilarme, ¿no?

—Supongo que sí. Técnicamente tienes dinero para construir un país pequeño así que si no despilfarras demasiado y escribes algunos libros más, podrías vivir en cualquier lugar.

—HUE, ¿quieres que me marche?

—No, Adán, si tú te vas tendrán que enviar a otra persona. Y, aunque te cueste aceptarlo, te tengo mucho aprecio después de trabajar veinticinco años contigo. No deseo cambiar de trabajador.

—Pero te he dicho que quiero dejar el trabajo por lo que ha ocurrido y tú me dices que tengo dinero y lectores. ¿no suena a que quieres que lo deje todo?

—Adán, solo quiero lo mejor para ti, sea lo que sea.

—Lo tengo que pensar, HUE.

—Lo sé.



Adán, como veis, ya está pensando en dejar su trabajo en el que lleva encerrado, literalmente, veinticinco años. Adán ya no es un jovenzuelo y vivir solo en la base lunar con una IA le está pasando factura. La gran duda es, ¿Qué hará? Adán es muy exagerado y muy… particular, así que su plan será igual de exagerado y particular al mismo tiempo. Pero eso lo veremos llegado el momento.

Para la semana que viene me gustaría hacer una reflexión acerca de la creación de mundos. Aún no he hablado del tema y mi, actualmente, escritor favorito que es Brandon Sanderson es capaz de crear mundos tan diferentes que da hasta miedo. Eso, y sistemas de magia.

A mí me gusta mucho la creación de mundos pero no estoy a su nivel. Aún así, me gustaría compartir mi opinión al respecto.

Espero que hayáis disfrutado del relato.

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