martes, 14 de febrero de 2023

Relato: Los Engi y reflexión: creación de mundos 2ª parte.

Cómo es evidente, está semana se me ha complicado publicar el domingo. A cambio os traigo un dos por uno: relato y segunda parte de la reflexión de creación de mundo.

El fin de semana pasado hice un viaje y a la vuelta, en el autobús, vi la luna llena y pensé en las ganas que tengo de pasear una noche de luna llena en la naturaleza, en el campo, lejos de la ciudad. Se ve perfectamente sin linterna ni nada parecido y de ahí salte a que sería genial crear un mundo que se nutra exclusivamente de la luz de la luna.

Esta es una nueva ambientación sobre la que espero hacer una saga, aunque aún no he pensado en los subsiguientes relatos.

Aún así, abrir una nueva línea argumental y en un planeta tan complejo me hace sentir muy bien.

Pero vamos con el relato y después seguimos con la creación de mundo.




Los Engi

La pálida luna estaba saliendo por el horizonte y su luz iluminaba lo suficiente como para ver, pero los colores eran difíciles de distinguir alrededor del Liós Jens, el líder espiritual del clan Engi. Contemplaba un nuevo amanecer y suspiraba para sus adentros.

—Mi Liós, ¿será propicio el nuevo día para nuestro pueblo? —El líder de los artesanos del biört, Einar, miraba la luna esperanzado.

—Espero que así sea. Con la luz de la diosa Fos y los sistemas de piedra luminosa de biört conseguimos alimento para los nuestros y poder para nuestros guerreros.

—Es una gran noticia. Nuestra gente confía en su liderazgo.

Einar se giró y señaló las viviendas, parcialmente excavadas en el cálido suelo del planeta, y tapadas con ramas y hojas. Había una veintena de viviendas y las personas empezaban a despertar. Los agricultores pronto se pondrían en marcha, de camino a las plantaciones iluminadas con las piedras de biört mientras que los excavadores buscarían la piedra y los artesanos la trabajarían. 

—Mi Liós, esta noche no hemos detectado actividad del clan Tvöhöfud. —Hilda, la mano derecha de Jens y guía de los sacerdotes guerreros se posicionó al lado de Jens. Su cabello estaba adornado con pequeños fragmentos de biört que brillaban tenuemente y le daban un aspecto amenazador. Llevaba una lanza con biört cerca de la punta que iluminaba la rugosidad de la piedra.

—Últimamente nos están dando muchos problemas. Sigue vigilandolos.

—Sí, mi Liós.

Jens se dirigió al claro sagrado a impartir la palabra de la diosa Fos. Los niños se reunían a su alrededor para aprender sus enseñanzas.

El clan de los Engi eran más bien bajos de estatura, la limitación de la comida les impedía crecer más. Tenían piel pálida y grandes ojos, para ver mejor en la oscuridad y las pupilas, a parte de ser muy grandes, tenían forma romboidal al dilatarse y de línea horizontal a contraerse.

—Niños, la diosa Fos nos trae su luz sagrada con la luna, Heppni, que nos trae la vida. Y con las piedras de biört acumulamos la luz para aumentar su poder. Eso nos permite cultivar la comida que nos alimenta. ¿Lo entendéis?

—Sí, Liós. —Los niños miraban atentos al maestro.

—Cuando crezcáis, la diosa Fos os examinará y determinará cuál es vuestro talento natural y para qué sois más capaces. Las labores sagradas más importantes para nuestro clan son, los sacerdotes guerreros, los artesanos del biört, los agricultores, los cazadores y por último aunque no menos importantes, los artesanos.

—Yo quiero ser cazador, Liós. —Uno de los niños se puso de pie esgrimiendo una lanza invisible.

—Así lo espero, Örn, pero solo la diosa Fos puede decidirlo. Todos los oficios son importantes y necesarios, lo importante es que cada uno estamos más adaptados para uno en concreto.

—Mi Liós, necesito de su ayuda. —Einar estaba distraído examinando un fragmento de piedra biört.

—Eva, tú que eres la mayor, dirige las oraciones a Fos con los demás. Debemos agradecer la luz del nuevo día. Volveré enseguida. —Jens siguió a Einar hasta la cabaña de mando y se encontraron con Lilia, la líder de los agricultores.

—Mi Liós, hay un problema en los cultivos del noroeste, una de los sistemas de piedra ha sido dañado, puede haber sido el clan Tvöhöfud. —Lilia le mostró el sistema consistente en once piedras de forma piramidal formando una pirámide mayor. Estaban cubiertas de mugre y barro.

—¿Tenemos de reemplazo, Einar? Estas piedras van a necesitar una limpieza a fondo y tiempo para volver a cargarse de luz.

—Sí, mi Liós, las tenemos cargadas y a buen recaudo. —Einar señaló una de las cabañas cuyo techo era plano y tenía piedras acumulando luz—. Deberíamos reemplazarlas para que las plantas no dejen de crecer.

—Estoy de acuerdo contigo. Einar, trae un artesano, voy a llamar a Hilda para que reúna a dos guerreros, no quiero sorpresas.

Al poco tiempo habían reunido a la artesana Rut y a dos guerreros, Anna y Óscar. Los guerreros llevaban adornos de biört en el pelo que iluminaban su rostro y sus iris tenían luz propia. También llevaban anillos de biört.

—Os hemos reunido para llevar un artefacto a la granja del noroeste. Han saboteado uno y lo tenéis que sustituir. Por eso necesitamos el apoyo de los guerreros.

—¿Esperamos algún ataque inminente, mi Liós? —Anna dió un paso al frente con las palmas de las manos enfrentadas, frente al pecho, en posición agresiva.

—Esta noche no hemos detectado movimiento, sin embargo ha habido un ataque. No sabemos si lo van a repetir, pero tenemos que estar preparados para todo. Rut, toma. —Jens se dió la vuelta y Einar le entregó la pirámide cubierta con pieles. Era muy pesada y voluminosa. Este se la entregó a Rut—. Llevalo con cuidado.

—Mi Liós, al estar tapado se descargará por el camino y será menos ótimo cuando lleguemos a la granja. Sería mejor mantener la carga de la piedra mientras podamos para que las plantas….

—Tienes razón, Rut. —Jens la interrumpió—. pero es mejor no llamar la atención. Es un mal necesario, ¿verdad, Einar?

—Así es, mi Liós. Debéis intentar pasar desapercibidos.

—Muy bien.

Los tres respondieron, a la par a pesar de que Rut puso cara de querer seguir hablando y salieron de la cabaña de mando y se dirigieron hacia los cultivos.

El paisaje que tenían frente a ellos era una pradera con hierba no muy alta y pequeños arbustos. De vez en cuando había algún árbol escuálido con muy pocas hojas. Los tres se encaminaron hacia el noroeste y según se acercaban al norte, pudieron ver una niebla muy lejana a la que llamaban Soka, la niebla viva. y en la parte más alta de esta, se podían observar reflejos muy brillantes del sol.

—El biört que llevamos, ¿está bien trabajado? —Anna miró de reojo la sombra de la pirámide.

—Sí, lo trabajé con la ayuda de Einar. Los cortes fueron precisos y la forma es correcta. Una pena que no esté acumulando luz ahora mismo porque podría ayudar...

—No queremos llamar la atención. Es peligroso. —Anna cortó a Rut.

—Pero vosotros lleváis biört en el pelo y en las manos y no pasa nada, ¿no? No lo entiendo. —Rut les señaló las piedras.

—No es lo mismo, Rut, los nuestros son tan pequeños que apenas se ven en la distancia. —Anna movió la cabeza mostrando que el brillo era suave—. Es más una amenaza para los que se enfrenten a nosotros.

Los tres continuaron caminando un rato, hasta que en la distancia vieron a un grupo de personas armadas con lanzas. Al girarse taparon el biört de las lanzas para ocultarse, pero ya los habían visto.

—Nos atacan, Anna, ¿Has podido ver cuántos eran?

—He visto cinco lanzas y si te fijas hay un guerrero. Las lanzas están decoradas con las dos cabezas de biört, de los Tvöhöfud. Tenemos que huir.

—Esperad, ¿No se supone que los guerreros sois mucho más poderosos que los cazadores? Tenéis el poder de la luz en vuestro cuerpo y todo eso.

Ambos carraspearon nerviosos. Entonces aceleraron el paso.

—Rut, en uno contra uno, un cazador con su lanza tiene muy pocas opciones contra un guerrero entrenado. —Anna se dió cuenta de que Rut se quedaba atrás, así que la ayudó a cargar con el artefacto.

—Sin embargo, al ser cinco lanzas, no superan en número y no podemos enfrentarnos a todos a la vez. —Óscar vigilaba a los perseguidores—. No podemos luchar solos contra tantos a la vez.

—Si de verdad han atacado nuestra granja por la noche, es posible que nos estuvieran esperando y que sepan a dónde vamos. —Rut empezaba a sudar copiosamente por el esfuerzo. Parecía cada vez más cansada.

Los tres se quedaron callados pensando en las repercusiones que ello implicaba. Podía ser una trampa. Entonces Rut continuó hablando.

—Si el problema es que ellos son más, solo tenemos que llegar a la granja y pedir ayuda a los nuestros. Entonces dejaremos de ser menos y podremos con ellos. ¡Vamos!.

—No es tan sencillo, Rut. —Óscar miró a los perseguidores otra vez—. Aunque seamos más, los agricultores no saben luchar así que no serían una gran ayuda.

—Al norte. Tenemos que dirigirnos al norte. —Anna empezó a girar. Rut puso cara de horror.

—No puedes hablar en serio. Al norte está la Soka, la niebla viviente…

—La niebla asesina… —susurró Rut, poniéndose pálida. Se había quedado sin palabras.

—No podemos ir más rápido que ellos y es posible que nos sigan hasta la granja.

—Anna tiró de la piedra aún más hacia el norte—. Tenemos que entrar en la niebla, lo justo para que dejen de seguirnos. Después saldremos.

—Nadie ha vuelto de la Soka, Anna. —Óscar también parecía preocupado.

—Los demás intentaban atravesarla, nosotros solo nos vamos a ocultar.

Los tres giraron en la dirección acordada sin volver a hablar. Óscar se percató de que sus perseguidores dudaron al ver el camino que tomaban, pero aún así les siguieron.

La niebla Soka estaba cada vez más cerca y ocultaba, cómo un gran muro, todo el horizonte. Y la parte más alta reflejaba una luz demasiado brillante para ellos.

—Tapaos boca y nariz con la ropa y no miréis arriba. —Anna fué la primera, los otros dos la imitaron al momento.

La niebla era blanca y parecía moverse al compás de las corrientes de aire pero con cierta voluntad, como si buscaran algo.

Cuando Anna, Óscar y Rut entraron, la niebla los acarició y los examinó, como si fueran extraños entrando a un lugar desconocido y ese lugar se diera cuenta de su presencia. Pronto sintieron su tacto suave en toda su piel expuesta. La niebla no tardó en buscar alrededor de los pañuelos improvisados.

—Tenemos que salir, nos va a comer la Soka. —Rut estaba empapada en sudor y cada vez le costaba más respirar.

—Un poco más y salimos. Tenemos que asegurarnos de que no nos siguen. —Anna seguía caminando imperturbable.

—No puedo más. —Rut empujó y empezaron a avanzar hacia el exterior.

Óscar cogió con un brazo el artefacto y con el otro a Rut. Entonces se le movió el pañuelo a Óscar y este empezó a bloquear.

—Me… cuesta… respirar.

—Ya salimos.

Al salir, Óscar cayó al suelo en posición fetal, respirando con fuerza mientras de su boca salían grandes cantidades de niebla que volvían con el resto al salir. Rut se sentó al lado intentando descansar sus músculos agarrotados. Anna aprovechó para mirar a su alrededor y ver que, cómo esperaba, les habían dejado de perseguir.

—Vamos a descansar un poco, la granja no está lejos.

Anna recogió la estructura piramidal se hizo cargo de ella.

—Esto no me gusta, Anna, los Tvöhöfud han ido demasiado lejos. El Liós se va a enfadar, y mucho.

—Y que lo digas, Óscar. Pero de momento vamos a solucionar este problema. ¿Estás mejor?

—Sí, creía que la Soka me iba a comer desde dentro. No podía respirar.

Los tres reflexionaron en silencio. La luna ya estaba alta en el cielo y su brillo alimentaba el mundo.

—Vamos, tenemos que llegar a la granja. Yo llevo la pirámide, vosotros necesitáis un respiro.




Este ha sido el relato. Me he centrado más en la ambientación en sí misma que en la historia en sí misma, que es muy sencilla.

Sobre la creación de mundo y cómo ya expliqué, crear un mundo no es solo dibujar un mapa con nombres curiosos. Os voy a explicar el proceso que llevé para dar forma al planeta que hemos visto.

Cómo ya he explicado, empezó viendo la luna llena. Entonces pensé en un planeta que solo tuviera la luz de la luna. Entonces llegué a la conclusión de que necesitaban algún material fluorescente y encontré la willemita, que además de fluorescente es radioactiva.

La willemita crece en forma trigonal, y de ahí saqué los rombos de los ojos y la forma piramidal de los artefactos de iluminación.

Luego desarrollé la sociedad y pensé en una cultura tribal con componentes religiosos. Esa parte fue fácil, venerarán la luz, que es lo más escaso y por lo tanto más valioso. Entonces dí el siguiente paso, la economía está basada en el trueque más básico y los estamentos sociales se basan en la ocupación. En la cabeza social están los sacerdotes guerreros, y después, parejos y en disputa, los agricultores y los trabajadores de la piedra luminosa.

Entonces pensé en que tiene que haber más tribus pequeñas, primero para dar coherencia a la ambientación y para generar conflicto con los protagonistas.

Entonces me dí cuenta de una posible incoherencia en mi mundo. La luz de la luna apenas tiene fuerza para que crezca vegetación y no calienta. Para evitar un mundo congelado, el calor tiene que venir de otra parte.

El planeta está tan cerca del sol que la cara diurna está en constante ebullición volcánica y esto calienta el suelo de la cara nocturna. He pensado en una media de treinta grados en la superficie. Y por eso las casas están parcialmente enterradas, para utilizar el calor del suelo.

Pero entonces llegué a la conclusión de que si la cara diurna está en ebullición volcánica constante, habrá muchos gases nocivos en el ambiente. Entonces creé la Soka, lo que llaman la niebla viviente.

Y está muy viva, desde luego. Igual que el plancton en el mar limpia y se come los desechos que se generan, la Soka se come los gases nocivos de los volcanes. Son animales microscópicos que se alimentan de esos gases y viven en el límite entre la cara diurna y nocturna, por eso la parte más alta está iluminada por reflejos de la luz del sol.

Os estaréis preguntando por qué os doy esta charla, punto a punto, sobre cómo creé el mundo y la respuesta es que todo cuenta. Incluso las cosas que no van a aparecer como la cara diurna del planeta o las criaturas microscópicas que son lo que llaman la niebla.

Al crear un mundo tiene que ser especial y tener algo memorable, ya sea por su geología, las razas que lo habitan con sus culturas, los poderes mágicos, en caso de que los haya, o la mezcla de todos ellos.

Sí tuviera que hablar con otro autor creador de mundos lo primero que le pediría sería: háblame de tu mundo, descríbelo.

Espero no haberos aburrido con esta disertación acerca de un tema que, personalmente, me apasiona.

Para la semana que viene… quiero decir, esta semana… Intentaré traer el siguiente paso de Adán, pero si no me diese tiempo traería uno de los relatos no publicados del Club Cyrano. Ya veré al final qué sale.

Espero que hayáis disfrutado del relato y la reflexión.

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